Página 168 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
en vez de atender los intereses de los que le han sido confiados; y en
tiempos de peligro huye y abandona al rebaño.
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El apóstol Pedro amonesta a los subpastores: “Apacentad la grey
de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza,
sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo
pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro
cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”. Y Pablo dice: “Por tanto,
mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os
ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del Señor, la cual él
ganó por su propia sangre, porque yo sé que después de mi partida
entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al
rebaño”.
1 Pedro 5:2, 3
;
Hechos 20:28, 29
.
Todos los que consideran como un deber desagradable el cuidado
y las obligaciones que recaen sobre el fiel pastor, son reprendidos
así por el apóstol: “No por fuerza, sino voluntariamente; no por
ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”. El jefe de los pastores
despediría de buena gana a todos estos siervos infieles. La iglesia
de Cristo ha sido comprada con su sangre, y todo pastor debe darse
cuenta de que las ovejas que están bajo su vigilancia han costado
un sacrificio infinito. Debe considerar a cada una de ellas como
un ser de valor inestimable, y debe ser incansable en sus esfuerzos
por mantenerlas en un estado sano y próspero. El pastor lleno del
Espíritu de Cristo imitará su ejemplo de abnegación, trabajando
constantemente en favor de los que le fueran confiados, y el rebaño
prosperará bajo su cuidado.
Todos tendrán que dar estricta cuenta de su ministerio. El Maes-
tro preguntará a cada pastor: “¿Dónde está el rebaño que te fue dado,
tu hermosa grey?”
Jeremías 13:20
. El que sea hallado fiel recibirá un
rico galardón. “Y cuando apareciere el Príncipe de los pastores -dice
el apóstol-, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria”.
1
Pedro 5:4
.
Cuando Jacob, cansado de servir a Labán, se propuso volver a
Canaán, dijo a su suegro: “Déjame ir a mi lugar, a mi tierra. Dame a
mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y déjame
ir; pues tú sabes los servicios que te he prestado”. Pero Labán lo instó
para que se quedara, declarándole: “He experimentado que Jehová
me ha bendecido por tu causa”. Veía que su hacienda aumentaba
bajo la administración de su yerno.