Página 177 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Una noche de lucha
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elevada sea su profesión, y cuanto más honorable sea la posición
que ocupen, tanto más grave será su conducta ante los ojos de Dios,
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y tanto más seguro será el triunfo del gran adversario.
Sin embargo, la historia de Jacob es una promesa de que Dios
no desechará a los que fueron arrastrados al pecado, pero que se
han vuelto al Señor con verdadero arrepentimiento. Por la entrega
de sí mismo y por su confiada fe, Jacob alcanzó lo que no había
podido alcanzar con su propia fuerza. Así el Señor enseñó a su
siervo que únicamente el poder y la gracia de Dios podían darle
las bendiciones que anhelaba. Así ocurrirá con los que vivan en los
últimos días. Cuando los peligros los rodeen, y la desesperación se
apodere de su alma, deberán depender únicamente de los méritos
de la expiación. Nada podemos hacer por nosotros mismos. En toda
nuestra desamparada indignidad, debemos confiar en los méritos del
Salvador crucificado y resucitado. Nadie perecerá jamás mientras
haga esto. La larga y negra lista de nuestros delitos está ante los ojos
del Infinito. El registro está completo; ninguna de nuestras ofensas
ha sido olvidada. Pero el que oyó las súplicas de sus siervos en lo
pasado, oirá la oración de fe y perdonará nuestras transgresiones. Lo
ha prometido, y cumplirá su palabra.
Jacob triunfó, por ser perseverante y decidido. Su experiencia
testifica sobre el poder de la oración insistente. Este es el tiempo en
que debemos aprender la lección de la oración que prevalece y de
la fe inquebrantable. Las mayores victorias de la iglesia de Cristo o
del cristiano no son las que se ganan mediante el talento o la educa-
ción, la riqueza o el favor de los hombres. Son las victorias que se
alcanzan en la cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa
y agonizante se aferra del poderoso brazo de la omnipotencia.
Los que no estén dispuestos a dejar todo pecado ni a buscar
seriamente la bendición de Dios, no la alcanzarán. Pero todos los
que se apoyen en las promesas de Dios como lo hizo Jacob, y sean
tan vehementes y constantes como lo fue él, alcanzarán el éxito que
él alcanzó. “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que
claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?”
Lucas 18:7,
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