Página 193 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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José en Egipto
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las siete espigas hermosas. Esto lo he contado a los magos, pero no
hay quien me lo intérprete””.
Génesis 41:17-24
.
[197]
“El sueño del faraón es uno y el mismo. Dios ha mostrado al
faraón lo que va a hacer”. Habría siete años de abundancia. Los
campos y las huertas rendirían cosechas más abundantes que nunca.
Y este período sería seguido de siete años de hambre. “Y aquella
abundancia no se echará de ver, a causa del hambre que la seguirá,
la cual será gravísima”. La repetición del sueño era evidencia tanto
de la certeza como de la proximidad del cumplimiento. “Por tanto,
es necesario que el faraón se provea de un hombre prudente y sa-
bio, y que lo ponga sobre la tierra de Egipto. Haga esto el faraón:
ponga gobernadores sobre el país, que recojan la quinta parte de las
cosechas de Egipto en los siete años de la abundancia. Junten toda
la provisión de estos buenos años que vienen, recojan el trigo bajo
la mano del faraón para mantenimiento de las ciudades y guárdenlo.
Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años
de hambre que habrá en la tierra de Egipto”.
La interpretación fue tan razonable y consecuente, y el proce-
dimiento que recomendó tan juicioso y perspicaz, que no se podía
dudar de que todo era correcto. Pero ¿a quién se había de confiar
la ejecución del plan? De la sabiduría de esta elección dependía la
preservación de la nación. El rey estaba perplejo. Durante algún
tiempo consideró el problema de ese nombramiento. Mediante el
jefe de los coperos, el monarca había conocido de la sabiduría y la
prudencia manifestadas por José en la administración de la cárcel;
era evidente que poseía una gran capacidad administrativa.
El copero, ahora lleno de remordimiento, trató de expiar su in-
gratitud anterior, alabando entusiastamente a su benefactor. Otras
averiguaciones hechas por el rey comprobaron la exactitud de su
informe. En todo el reino, José había sido el único hombre dotado
de sabiduría para indicar el peligro que amenazaba al país y los
preparativos necesarios para hacerle frente; y el rey se convenció de
que ese joven era el más capaz para ejecutar los planes que había
propuesto. Era evidente que el poder divino estaba con él, y que
ninguno de los estadistas del rey se hallaba tan bien capacitado como
José para dirigir los asuntos de la nación frente a esa crisis. El hecho
de que era hebreo y esclavo era de poca importancia cuando se toma-
ba en cuenta su impresionante sabiduría y su sano juicio. “¿Acaso