Página 208 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
mi fortaleza y el principio de mi vigor;
el primero en dignidad, el primero en poder”.
Así describió el padre la que debió haber sido la posición de
Rubén como hijo primogénito; pero el grave pecado que cometiera
en Edar le había hecho indigno de la bendición de la primogenitura.
Jacob continuó:
“Impetuoso como las aguas, ya no serás el primero”.
El sacerdocio fue otorgado a Leví, el reino y la promesa mesiáni-
ca a Judá, y la doble porción de la herencia a José. Nunca ascendió
la tribu de Rubén a una posición eminente en Israel; no fue tan
numerosa como la de Judá, la de José, o la de Dan; y se contó entre
las primeras que fueron llevadas en cautiverio.
Simeón y Leví seguían en edad a Rubén. Ambos se habían unido
en su crueldad contra los siquemitas, y también habían sido los más
culpables en la venta de José. Acerca de ellos se declaró:
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“Yo los apartaré en Jacob,
los esparciré en Israel”.
Cuando se hizo el censo de Israel poco antes de su entrada a
Canaán, la tribu de Simeón resultó la más pequeña. Moisés, en su
última bendición, no aludió a Simeón. Al establecerse en Canaán,
esta tribu recibió tan solo una pequeña porción de la parte de Judá, y
las familias que después se hicieron poderosas formaron distintas
colonias, y se establecieron fuera de las fronteras de la tierra santa.
Leví tampoco recibió herencia, excepto cuarenta y ocho ciudades
diseminadas en diferentes partes de la tierra. En el caso de esta
tribu, sin embargo, su fidelidad a Jehová, cuando las otras tribus
apostataron, mereció que fuera apartada para el servicio sagrado del
santuario, y de esa manera la maldición se transformó en bendición.
Las más altas bendiciones de la primogenitura se transfirieron
a Judá. El significado del nombre, que quiere decir alabanza, se
describe en la historia profética de esta tribu:
“Judá, te alabarán tus hermanos;
tu mano estará sobre el cuello de tus enemigos;