Página 211 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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José y sus hermanos
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La inspiración registra fielmente las faltas de los hombres que
fueron distinguidos por el favor de Dios; en realidad, sus defectos re-
saltaban más que sus virtudes. Muchos se han preguntado el porqué
de esto, y ha sido motivo de que el infiel se burle de la Biblia. Pero
una de las evidencias más poderosas de la veracidad de la Escritura
consiste en que ella no hermosea las acciones de sus personajes prin-
cipales ni tampoco oculta sus pecados. Las mentes de los hombres
están tan sujetas a prejuicios que no es posible que la historia hu-
mana sea absolutamente imparcial. Si la Biblia hubiera sido escrita
por personas no inspiradas, habría presentado indudablemente el
carácter de sus hombres distinguidos bajo un aspecto más favorable.
Pero tal como es, nos proporciona un relato correcto de sus vidas.
Los hombres a quienes Dios favoreció, y a quienes confió gran-
des responsabilidades, fueron a veces vencidos por la tentación y
cometieron pecados, tal como nosotros hoy luchamos, vacilamos y
frecuentemente caemos en el error. Sus vidas, con todos sus defectos
y extravíos, están ante nosotros, para que nos sirvan de aliento y amo-
nestación. Si se los hubiera presentado como personas intachables,
nosotros, con nuestra naturaleza pecaminosa, podríamos desesperar
por nuestros errores y fracasos. Pero viendo cómo lucharon otros
con desalientos como los nuestros, cómo cayeron en la tentación
como nos ha ocurrido a nosotros, y cómo, sin embargo, se reanima-
ron y llegaron a triunfar mediante la gracia de Dios, nos sentimos
alentados en nuestra lucha por la justicia. Así como ellos, aunque
vencidos algunas veces, recuperaron lo perdido y fueron bendeci-
dos por Dios, también nosotros podemos ser vencedores mediante
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el poder de Jesús. Por otro lado, la narración de sus vidas puede
servirnos de amonestación. Muestra que de ninguna manera Dios
justifica al culpable. Ve el pecado que haya en aquellos a quienes
más favoreció, y lo castiga en ellos aun más severamente que en los
que tienen menos luz y responsabilidad.
Después del entierro de Jacob, el temor se volvió a apoderar del
corazón de los hermanos de José. No obstante la bondad de este
hacia ellos, la conciencia culpable los hizo desconfiados y suspicaces.
Tal vez José había postergado su venganza por consideración a su
padre, y ahora les impondría el largamente aplazado castigo por su
crimen. No se atrevieron a comparecer personalmente ante él, sino
que le enviaron un mensaje: “Tu padre mandó antes de su muerte,