Página 224 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
Moisés pensó en las dificultades que habría de encontrar, en la
ceguera, la ignorancia y la incredulidad de su pueblo, entre el cual
muchos casi no conocían a Dios. Dijo: “Si voy a los hijos de Israel
y les digo: “Jehová, el Dios de vuestros padres, me ha enviado a
vosotros”, me preguntarán: “¿Cuál es su nombre?”. Entonces “¿qué
les responderé?” La respuesta fué: “Yo SOY EL QUE SOY”. “Así
dirás a los hijos de Israel: “Yo SOY me ha enviado a vosotros””.
Se le ordenó a Moisés que reuniera primero a los ancianos de
Israel, a los más nobles y rectos de entre ellos, a los que habían
lamentado durante mucho tiempo su servidumbre, y que les declarara
el mensaje de Dios, con la promesa de la liberación. Después había
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de ir con los ancianos ante el rey, y decirle: “Jehová, el Dios de los
hebreos, se nos ha manifestado; por tanto, nosotros iremos ahora
tres días de camino por el desierto a ofrecer sacrificios a Jehová,
nuestro Dios”.
A Moisés se le había prevenido de que el faraón se opondría
a la súplica de permitir la salida de Israel. Sin embargo, el ánimo
del siervo de Dios no debía decaer; porque el Señor haría de esta,
una ocasión para manifestar su poder ante los egipcios y ante su
pueblo. “Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todas las
maravillas que obraré en el país, y entonces os dejará ir”.
También se le dieron instrucciones acerca de las medidas que
debía tomar para el viaje. El Señor declaró: “Yo haré que este pueblo
halle gracia a los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis
no vayáis con las manos vacías, sino que cada mujer pedirá a su
vecina, y a la que se hospeda en su casa, alhajas de plata, alhajas
de oro y vestidos”. Los egipcios se habían enriquecido mediante el
trabajo exigido injustamente a los israelitas, y como estos habían de
emprender su viaje hacia su nueva morada, era justo que reclamaran
la remuneración de sus años de trabajo. Por lo tanto habían de pedir
artículos de valor, que pudieran transportarse fácilmente, y Dios les
daría favor ante los egipcios. Los poderosos milagros realizados para
su liberación iban a infundir terror entre los opresores, de tal manera
que lo solicitado por los siervos sería otorgado.
Moisés veía ante sí mismo dificultades que le parecían insalva-
bles. ¿Qué prueba podría dar a su pueblo de que realmente iba como
enviado de Dios? “Ellos no me creerán, ni oirán mi voz, pues dirán:
“No se te ha aparecido Jehová””. Entonces Dios le dio una evidencia