Página 231 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Las plagas de Egipto
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dijeron burlonamente: “Si vuestro Dios es justo y misericordioso y
posee más poder que los dioses de Egipto, ¿por qué no os libra?” Los
egipcios se jactaban de su propia situación. Adoraban deidades que
los israelitas llamaban dioses falsos, y no obstante eran una nación
rica y poderosa. Afirmaban que sus dioses los habían bendecido con
prosperidad, y les habían dado a los israelitas como siervos, y se
vanagloriaban de su poder de oprimir y destruir a los adoradores
de Jehová. El mismo faraón mismo se jactó de que el Dios de los
hebreos no podía librarlos de su mano.
Estas palabras destruyeron las esperanzas de muchos israelitas.
Les parecía que su caso era como lo presentaban los egipcios. Es
verdad que eran esclavos, y habían de sufrir todo lo que sus crueles
comisarios quisieran imponerles. Sus hijos habían sido apresados y
muertos, y la vida misma les era una carga. No obstante, adoraban
al Dios del cielo. Si Jehová estuviese sobre todos los otros dioses,
ciertamente no permitiría que fueran siervos de los idólatras. Pero
los que eran fieles comprendieron que por haberse Israel apartado
de Dios, y por su inclinación a casarse con idólatras y dejarse llevar
a la idolatría, el Señor había permitido que llegaran a ser esclavos; y
confiadamente aseguraron a sus hermanos que Dios pronto rompería
el yugo del opresor.
Los hebreos habían esperado obtener su libertad sin ninguna
prueba especial de su fe, sin penurias ni sufrimientos verdaderos.
Pero aun no estaban preparados para la liberación. Tenían poca fe en
Dios, y no querían soportar con paciencia sus aflicciones hasta que
él creyera conveniente obrar por ellos. Muchos se conformaban con
permanecer en la servidumbre, antes que enfrentar las dificultades
que acompañarían el traslado a una tierra extraña; y los hábitos
de algunos se habían hecho tan parecidos a los de los egipcios
que preferían vivir en Egipto. Por lo tanto, el Señor no los liberó
mediante la primera manifestación de su poder ante el faraón. Rigió
los acontecimientos para que se desarrollara más plenamente el
espíritu tiránico del rey egipcio, y para revelarse a su pueblo. Cuando
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vieran su justicia, su poder y su amor, elegirían dejar a Egipto y
entregarse a su servicio. La tarea de Moisés habría sido mucho
menos difícil de no haber sido que muchos israelitas se habían
corrompido tanto que no querían abandonar Egipto.