Página 233 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Las plagas de Egipto
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de Aarón devoró las varas de ellos”. Entonces el rey, más decidido
que antes, declaró que sus magos eran iguales en poder a Moisés y
Aarón; denuncio a los siervos del Señor como impostores, y se sintió
seguro al resistir sus demandas. Sin embargo, aunque menospreció
su mensaje, el poder divino le impidió hacerles daño.
Fue la mano de Dios, y no la influencia ni el poder de origen
humano que poseyeran Moisés y Aarón, lo que obró los milagros
hechos ante el faraón. Aquellas señales y maravillas tenían el propó-
sito de convencer al faraón de que el gran “Yo SOY” había enviado
a Moisés, y que era deber del rey permitir a Israel que saliera para
servir al Dios viviente. Los magos también hicieron señales y ma-
ravillas; pues no actuaban por su propia habilidad solamente, sino
mediante el poder de su dios, Satanás, quien les ayudaba a falsificar
la obra de Jehová.
Los magos no convirtieron sus varas en verdaderas serpientes;
ayudados por el gran engañador, produjeron esa apariencia mediante
la magia. Estaba más allá del poder de Satanás cambiar las varas
en serpientes vivas. El príncipe del mal, aunque posee toda la sabi-
duría y el poder de un ángel caído, no puede crear o dar vida; esta
prerrogativa pertenece únicamente a Dios. Pero Satanás hizo todo
lo que estaba a su alcance. Produjo una falsificación. Para la vista
humana las varas se convirtieron en serpientes. Así lo creyeron el
faraón y su corte. Nada había en su apariencia que las diferenciara
de la serpiente producida por Moisés. Aunque el Señor hizo que la
serpiente verdadera se tragara a las falsas, el faraón no lo consideró
como obra del poder de Dios, sino como resultado de una magia
superior a la de sus siervos.
El faraón deseaba justificar la terquedad que manifestaba al re-
sistirse al mandato divino, y buscó algún pretexto para menospreciar
los milagros que Dios había hecho por medio de Moisés. Satanás
le dio exactamente lo que quería. Mediante la obra que realizó por
intermedio de los magos, hizo aparecer ante los egipcios a Moisés y
Aarón como simples magos y hechiceros, y dio así a entender que su
demanda no merecía el debido respeto al mensaje de un ser superior.
De esta manera la falsificación satánica logró su propósito; enva-
lentonó a los egipcios en su rebelión y provocó el endurecimiento
del corazón de el faraón contra la convicción del Espíritu Santo.
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Satanás también esperaba turbar la fe de Moisés y de Aarón en el