Página 238 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
la luz se coloca en una posición en la cual aun una influencia mucho
más fuerte será ineficaz para producir una impresión permanente.
El que cedió una vez a la tentación cederá con más facilidad
la segunda vez. Toda repetición del pecado aminora la fuerza para
resistir, ciega los ojos y ahoga la convicción. Toda semilla de com-
placencia propia que se siembre dará fruto. Dios no obra milagros
para impedir la cosecha. “Todo lo que el hombre siembre, eso tam-
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bién segará”.
Gálatas 6:7
. El que manifiesta una temeridad incrédula
e indiferencia hacia la verdad divina, no cosecha sino lo que sembró.
Es así como las multitudes escuchan con obstinada indiferencia las
verdades que una vez conmovieron sus almas. Sembraron descuido
y resistencia a la verdad, y eso es lo que recogen.
Los que están tratando de tranquilizar una conciencia culpable
con la idea de que pueden cambiar su mala conducta cuando quieran,
de que pueden jugar con las invitaciones de la misericordia, y todavía
seguir siendo impresionados, lo hacen por su propia cuenta y riesgo.
Ponen toda su influencia del lado del gran rebelde, y creen que
en un momento de suma necesidad, cuando el peligro los rodee,
podrán cambiar de jefe sin dificultad. Pero esto no puede realizarse
tan fácilmente. La experiencia, la educación, la práctica de una
vida de pecaminosa complacencia, amoldan tan completamente el
carácter que impiden recibir entonces la imagen de Jesús. Si la luz
no hubiera alumbrado su senda, su situación habría sido diferente.
La misericordia podría interponerse, y darles oportunidad de aceptar
sus ofrecimientos; pero después que la luz haya sido rechazada y
menospreciada durante mucho tiempo será, por fin, retirada.
El faraón fue amenazado con una plaga de granizo y se le ad-
virtió: “Envía, pues, a recoger tu ganado y todo lo que tienes en el
campo, porque todo hombre o animal que se halle en el campo y no
sea recogido en casa, el granizo caerá sobre él, y morirá”. La lluvia
o el granizo eran en Egipto una cosa inusitada, y, tormenta como la
predicha, nunca antes se había visto. La noticia se extendió rápida-
mente, y todos los que creyeron la palabra del Señor reunieron su
ganado, mientras los que menospreciaron la advertencia lo dejaron
en el campo. En esa forma, en medio de un castigo se manifestó la
misericordia de Dios, se probó a las personas, y se mostró cuántos
habían sido llevados a temer a Dios mediante la manifestación de su
poder.