Página 252 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
Los hebreos estaban acampados junto al mar, cuyas aguas presen-
taban una barrera aparentemente infranqueable ante ellos, mientras
que por el sur una montaña escabrosa obstruía su avance. De pronto,
divisaron a lo lejos las relucientes armaduras y el movimiento de los
carros, que anunciaban la venida de un gran ejército. A medida que
las fuerzas se acercaban, se veía a las huestes de Egipto en plena
persecución. El terror se apoderó del corazón de los israelitas. Algu-
nos clamaron al Señor, pero la mayor parte de ellos se apresuraron a
presentar sus quejas a Moisés: “¿No había sepulcros en Egipto, que
nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué nos has
hecho esto? ¿Por qué nos has sacado de Egipto? Ya te lo decíamos
cuando estábamos en Egipto: Déjanos servir a los egipcios, porque
mejor nos es servir a los egipcios que morir en el desierto”.
Moisés se turbó grandemente al ver que su pueblo mostraba tan
poca fe en Dios, a pesar de que repetidamente habían presenciado la
manifestación de su poder en favor de ellos. ¿Cómo podía el pueblo
culparlo de los peligros y las dificultades de su situación, cuando él
había seguido el mandamiento expreso de Dios? Era verdad que no
había posibilidad de liberación a no ser que Dios mismo interviniera
en su favor; pero habiendo llegado a esta situación por seguir la
dirección divina, Moisés no temía las consecuencias. Su serena y
confortadora respuesta al pueblo fue: “No temáis; estad firmes y ved
la salvación que Jehová os dará hoy, porque los egipcios que hoy
habéis visto, no los volveréis a ver nunca más. Jehová peleará por
vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”.
Éxodo 14:13, 14
.
No era cosa fácil mantener a las huestes de Israel en actitud de
espera ante el Señor. Faltándoles disciplina y dominio propio, se
tornaron violentos e irrazonables. Esperaban caer pronto en manos
de sus opresores, y sus gemidos y lamentaciones eran intensos y
profundos. Habían seguido a la maravillosa columna de nube como a
la señal de Dios que les ordenaba avanzar; pero ahora se preguntaban
unos a otros si esa columna no presagiaría alguna calamidad; porque
¿no los había dirigido al lado equivocado de la montaña, hacia un
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desfiladero insalvable? Así, de acuerdo con su errada manera de
pensar, el ángel del Señor parecía como el precursor de un desastre.
Pero cuando se acercaban las huestes egipcias creyéndolos presa
fácil, la columna de nube se levantó majestuosa hacia el cielo, pasó
sobre los israelitas, y descendió entre ellos y los ejércitos egipcios.