Página 254 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
un Dios airado, trataron de desandar su camino y huir hacia la ori-
lla que habían dejado. Pero Moisés extendió su vara, y las aguas
amontonadas, silbando y bramando, hambrientas de su presa, se
precipitaron sobre ellos, y tragaron al ejército egipcio en sus negras
profundidades.
Al despuntar el alba, los israelitas pudieron ver todo lo que que-
daba de su poderoso enemigo: cuerpos vestidos de corazas arrojados
a la orilla. Una sola noche les había traído completa liberación del
más terrible peligro. Aquella vasta y desamparada muchedumbre de
esclavos no acostumbrados a la batalla, de mujeres, niños y ganado,
que tenían el mar frente a ellos y los poderosos ejércitos de Egipto a
sus espaldas, habían visto una senda abierta al través de las aguas, y
sus enemigos derrotados en el momento en que esperaban el triunfo.
Jehová solo los había liberado, y a él elevaron con fervor sus corazo-
nes agradecidos. Sus emociones encontraron expresión en cantos de
alabanza. El Espíritu de Dios vino sobre Moisés, el cual dirigió al
pueblo en un triunfante himno de acción de gracias, el más antiguo
y uno de los más sublimes que el hombre conoce:
“Cantaré yo a Jehová, porque se ha cubierto de gloria;
ha echado en el mar al caballo y al jinete.
Jehová es mi fortaleza y mi cántico.
Ha sido mi salvación.
Este es mi Dios, a quien yo alabaré;
el Dios de mi padre, a quien yo enalteceré.
Jehová es un guerrero. ¡Jehová es su nombre!
Echó en el mar los carros del faraón y su ejército.
Lo mejor de sus capitanes, en el Mar Rojo se hundió.
Los abismos los cubrieron;
descendieron a las profundidades como piedra.
Tu diestra, Jehová, ha magnificado su poder.
Tu diestra, Jehová, ha aplastado al enemigo [...].
Con la grandeza de tu poder has derribado
¿Quién como tú, Jehová, entre los dioses?
¿Quién como tú, magnífico en santidad,
terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? [...].
Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste.
Lo llevaste con tu poder a tu santa morada.