Página 255 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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El Éxodo
251
Lo oirán los pueblos y temblarán [...].
[259]
¡Que caiga sobre ellos temblor y espanto!
Ante la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra,
hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová,
hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.
Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad,
en el lugar donde has preparado, oh Jehová, tu morada”.
Éxodo 15:1-17.
Como una voz que surgiera de gran profundidad, elevaron las
vastas huestes de Israel ese sublime tributo. Las mujeres israelitas
también se unieron al coro. María, la hermana de Moisés, dirigió a
las demás mientras cantaban con panderos y danzaban. En la lejanía
del desierto y del mar resonaba el gozoso coro, y las montañas
repetían el eco de las palabras de su alabanza: “Cantad a Jehová,
porque se ha cubierto de gloria”.
Vers. 21
.
Este canto y la gran liberación que conmemoraba hicieron una
impresión imborrable en la memoria del pueblo hebreo. Siglo tras
siglo fue repetido por los profetas y los cantores de Israel para dar
testimonio de que Jehová es la fortaleza y la liberación de los que
confían en él.
Ese canto no pertenece únicamente al pueblo judío. Indica la
futura destrucción de todos los enemigos de la justicia, y señala la
victoria final del Israel de Dios. El profeta de Patmos vio la multitud
vestida de blanco, “los que habían alcanzado la victoria”, que estaban
sobre “un mar de vidrio mezclado con fuego”, “con las arpas de
Dios. “Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico
del Cordero”.
Apocalipsis 15:2, 3
.
“No a nosotros, Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria
por tu misericordia, por tu verdad”.
Salmos 115:1
. Tal fue el espíritu
que saturaba el canto de liberación de Israel, y es el espíritu que debe
morar en el corazón de los que aman y temen a Dios. Al libertar
nuestras almas de la esclavitud del pecado, Dios ha obrado para
nosotros una liberación todavía mayor que la de los hebreos ante
el Mar Rojo. Como la hueste hebrea, nosotros debemos alabar al
Señor con nuestro corazón, nuestra alma, y nuestra voz por “sus
maravillas para con los hijos de los hombres”.
Salmos 107:8
. Los