Página 274 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
majestad, su pureza, y su santidad, para que el corazón comprenda
su exaltado carácter; y su santo nombre se pronuncie con respeto y
solemnidad.
“Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y
harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para Jehová,
tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de
tus puertas, porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el
mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día;
por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó”.
El cuarto mandamiento no presenta el sábado como una institu-
ción nueva, sino como establecido en el tiempo de la creación del
mundo. Hay que recordar y observar el sábado como monumento de
la obra del Creador. Al señalar a Dios como el Creador de los cielos
y de la tierra, el sábado distingue al verdadero Dios de todos los
falsos dioses. Todos los que guardan el séptimo día demuestran al
hacerlo que son adoradores de Jehová. Así el sábado será la señal de
lealtad del hombre hacia Dios mientras exista en la tierra un pueblo
que le sirva.
El cuarto mandamiento es, entre todos los diez, el único que
contiene tanto el nombre como el título del Legislador. Es el único
que establece por autoridad de quién se dio la ley. Así, contiene el
sello de Dios, puesto en su ley como prueba de su autenticidad y de
su vigencia.
Dios ha dado a los hombres seis días para trabajar, y requiere
que su trabajo sea hecho durante esos seis días laborables. En el
sábado pueden hacerse las obras absolutamente necesarias y las de
misericordia. A los enfermos y dolientes hay que cuidarlos todos
los días, pero se ha de evitar rigurosamente toda labor innecesaria.
“Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y
lo llamas “delicia”, “santo”, “glorioso de Jehová”, y lo veneras, no
andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando
tus propias palabras”.
Isaías 58:13
. No acaba aquí la prohibición.
“Ni hablando tus palabras”, dice el profeta.
Los que durante el sábado hablan de negocios o hacen proyectos,
son considerados por Dios como si realmente realizaran transac-
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ciones comerciales. Para santificar el sábado, no debemos siquiera
permitir que nuestros pensamientos se detengan en cosas de carácter