Página 275 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La ley dada a Israel
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mundanal. Y el mandamiento incluye a todos los que están dentro de
nuestras puertas. Los habitantes de la casa deben dejar sus negocios
terrenales durante las horas sagradas. Todos deben estar unidos para
honrar a Dios y servirle voluntariamente en su santo día.
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en
la tierra que Jehová, tu Dios, te da”.
Éxodo 20:12
.
Este quinto mandamiento sostiene que se debe a los padres
mayor grado de amor y respeto que a ninguna otra persona. Dios
mismo, que les impuso la responsabilidad de guiar las almas puestas
bajo su cuidado, ordenó que durante los primeros años de la vida, los
padres estén en lugar de Dios respecto a sus hijos. El que desecha
la legítima autoridad de sus padres, desecha la autoridad de Dios.
El quinto mandamiento no solamente requiere que los hijos sean
respetuosos, sumisos y obedientes a sus padres, sino que también los
amen y sean tiernos con ellos, que alivien sus cuidados, que escuden
su reputación, y que los ayuden y consuelen en su vejez. También
encarga que sean considerados con los ministros y gobernantes, y
con todos aquellos en quienes Dios ha delegado autoridad.
Este es, dice el apóstol, “el primer mandamiento con promesa”.
Efesios 6:2
. Para Israel, que esperaba entrar pronto en Canaán, esto
significaba la promesa de que los obedientes vivirían largos años
en aquella buena tierra; pero tiene un significado más amplio, pues
incluye a todo el Israel de Dios, y promete la vida eterna sobre la
tierra, cuando esta sea librada de la maldición del pecado.
“No matarás”.
(Sexto mandamiento). Todo acto de injusticia que contribuya a
abreviar la vida, el espíritu de odio y de venganza, o el abrigar cual-
quier pasión que se traduzca en hechos perjudiciales para nuestros
semejantes o que nos lleve siquiera a desearles mal, pues “cualquiera
que aborrece a su hermano, es homicida” (
1 Juan 3:15
), todo descui-
do egoísta que nos haga olvidar a los menesterosos y dolientes; toda
satisfacción del apetito, o privación innecesaria, o labor excesiva
que tienda a perjudicar la salud; todas estas cosas son, en mayor o
menor grado, violaciones del sexto mandamiento.
“No cometerás adulterio”.
Este mandamiento (el séptimo) no solo prohibe las acciones
impuras, sino también los pensamientos y los deseos sensuales, y
toda práctica que tienda a excitarlos. Exige pureza no solamente
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