Página 28 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

24
Historia de los Patriarcas y Profetas
el ejemplo del Creador, el hombre había de reposar durante este
sagrado día, para que, mientras contemplara los cielos y la tierra, y
reflexionara sobre la grandiosa obra de la creación de Dios; y para
que, mientras mirara las evidencias de la sabiduría y bondad de Dios,
su corazón se llenase de amor y reverencia hacia su Creador.
Al bendecir el séptimo día en el Edén, Dios estableció un recor-
dativo de su obra creadora. El sábado fue confiado y entregado a
Adán, padre y representante de toda la familia humana. Su obser-
vancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento de parte
de todos los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador y
su legítimo soberano, de que ellos eran la obra de sus manos y los
súbditos de su autoridad. De esa manera la institución del sábado era
enteramente conmemorativa, y fue dada para toda la humanidad. No
había nada en ella que fuera oscuro o que limitara su observancia a
un solo pueblo.
Dios vio que el sábado era esencial para el hombre, aun en el pa-
raíso. Necesitaba dejar a un lado sus propios intereses y actividades
durante un día de cada siete para poder contemplar más plenamente
las obras de Dios y meditar en su poder y bondad. Necesitaba el
sábado para recordar con mayor eficacia la existencia de Dios, y para
despertar su gratitud hacia él, pues todo lo que disfrutaba y poseía
tenía su origen en la mano bondadosa del Creador.
Dios quiere que el sábado dirija la mente de los hombres hacia
la contemplación de las obras que él creó. La naturaleza habla a sus
sentidos, declarándoles que hay un Dios viviente, Creador y supremo
Soberano del universo. “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el
firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a
otro día y una noche a otra noche declara sabiduría”.
Salmos 19:1, 2
.
La belleza que cubre la tierra es una demostración del amor de Dios.
La podemos contemplar en las colinas eternas, en los corpulentos
árboles, en los capullos que se abren y en las delicadas flores. Todas
estas cosas nos hablan de Dios. El sábado, señalando siempre hacia
el que lo creó todo, manda a los hombres que abran el gran libro de
la naturaleza y escudriñen allí la sabiduría, el poder y el amor del
Creador.
[28]
Nuestros primeros padres, a pesar de que fueron creados inocen-
tes y santos, no fueron colocados fuera del alcance del pecado. Dios
los hizo entes morales libres, capaces de apreciar y comprender la sa-