Página 285 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La idolatría en el Sinaí
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como idolatría, fueron atacados y maltratados, y en la confusión y
el alboroto perdieron la vida.
Aarón temió por su propia seguridad; y en vez de ponerse no-
blemente de parte del honor de Dios, cedió a las demandas de la
multitud. Su primer acto fue ordenar que el pueblo quitara todos
sus aretes de oro y se los trajera. Esperaba que el orgullo haría que
rehusaran semejante sacrificio. Pero entregaron de buena gana sus
adornos, con los cuales él fundió un becerro semejante a los dioses
de Egipto. El pueblo exclamó: “¡Israel, estos son tus dioses, que
te sacaron de Egipto!” Con vileza, Aarón permitió este insulto a
Jehová. Y fue aún más lejos. Viendo la satisfacción con que se había
recibido el becerro de oro, hizo construir un altar ante él e hizo
proclamar: “Mañana será fiesta a Jehová”. El anunció fue proclama-
do por medio de trompetas de compañía en compañía por todo el
campamento. “Al día siguiente madrugaron, ofrecieron holocaustos
y presentaron ofrendas de paz. Luego se sentó el pueblo a comer y a
beber, y se levantó a regocijarse”. Con el pretexto de celebrar una
“fiesta a Jehová”, se entregaron a la glotonería y la orgía licenciosa.
¡Cuán a menudo, en nuestros propios días, se disfraza el amor
al placer bajo la “apariencia de piedad”! Una religión que permita
a los hombres, mientras observan los ritos del culto, dedicarse a la
satisfacción del egoísmo o la sensualidad, es tan agradable a las
multitudes actuales como lo fue en los días de Israel. Y hay todavía
Aarones dóciles que, mientras desempeñan cargos de autoridad en
la iglesia, ceden a los deseos de los miembros no consagrados, y así
los incitan al pecado.
Habían pasado solamente unos pocos días desde que los hebreos
habían hecho un pacto solemne con Dios, prometiendo obedecer
su voz. Habían temblado de terror ante el monte, al escuchar las
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palabras del Señor: “No tendrás ajenos dioses delante de mí”.
Éxodo
20:3
. La gloria de Dios que aun cubría el Sinaí estaba a la vista de la
congregación; pero ellos le dieron la espalda y pidieron otros dioses.
“Hicieron un becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de
fundición. Así cambiaron su gloria por la imagen de un buey que
come hierba”.
Salmos 106:19, 20
. ¡Cómo podrían haber demostrado
mayor ingratitud, o insultado más osadamente al que había sido para
ellos un padre tierno y un rey todopoderoso!