Página 286 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
Mientras Moisés estaba en el monte, se le comunicó la apostasía
ocurrida en el campamento, y se le indicó que regresara inmediata-
mente. “Anda, desciende, porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra
de Egipto, se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino
que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, lo han
adorado, le han ofrecido sacrificios”. Dios hubiera podido detener el
movimiento desde un principio; pero toleró que llegara hasta este
punto para enseñar una lección mediante el castigo que iba a dar a
la traición y la apostasía.
El pacto de Dios con su pueblo había sido anulado, y él declaró
a Moisés: “Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira contra ellos
y los consuma; pero de ti yo haré una nación grande”.
El pueblo de Israel, especialmente la “multitud mixta”, estaba
siempre dispuesto a rebelarse contra Dios. También murmuraban
contra Moisés y lo afligían con su incredulidad y testarudez, por lo
cual iba a ser una obra laboriosa y aflictiva conducirlos hasta la tierra
Sus pecados ya les habían hecho perder el favor de Dios, y la justicia
exigía, su destrucción. El Señor, por lo tanto, dispuso destruirlos y
hacer de Moisés una nación poderosa.
“Ahora pues, déjame que se encienda mi ira contra ellos, y los
consuma”, había dicho el Señor. Si Dios se había propuesto destruir
a Israel, ¿quién podía interceder por ellos? ¡Cuántos hubieran aban-
donado a los pecadores a su suerte! ¡Cuántos hubieran cambiado de
buena gana el trabajo, la carga y el sacrificio, compensados con in-
gratitud y murmuración, por una posición más cómoda y honorable,
cuando era Dios mismo el que ofrecía cambiar la situación!
Pero Moisés veía una base de esperanza donde únicamente apa-
recían motivos de desaliento e ira. Las palabras de Dios: “Ahora,
pues, dejame”, las entendió, no como una prohibición, sino como un
aliciente a interceder; entendió que nada excepto sus oraciones podía
salvar a Israel, y que si él lo pedía, Dios perdonaría a su pueblo.
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“Oró en presencia de Jehová, su Dios, y dijo: “¿Por qué, Jehová, se
encenderá tu furor contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de
Egipto con gran poder y con mano fuerte?””
Dios había dado a entender que rechazaba a su pueblo. Había
hablado a Moisés como de
“tu
pueblo que [tú] sacaste de tierra de
Egipto”. Véase
Éxodo 32:7 (RVA)
. Pero Moisés humildemente no
aceptó que él fuera el jefe de Israel. No era su pueblo, sino el de