Página 326 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
hayan gozado de la comunión con Dios y hayan morado en la luz de
su gloria, no deben lisonjearse de que pueden pecar impunemente;
no deben creer que porque fueron honrados de esa forma, Dios no
castigará estrictamente su iniquidad. Este es un engaño fatal. La
gran luz y los privilegios otorgados demandan reciprocidad, que
debe manifestarse en una virtud y santidad correspondientes a la
luz recibida. Dios no aceptará nada menos que esto. Las grandes
bendiciones o privilegios no deben adormecer a los hombres en la
seguridad o la negligencia. Nunca deben dar licencia para pecar,
ni deben creer los favorecidos que Dios no será estricto con ellos.
Todas las ventajas que Dios concede son medios suyos para dar
ardor al espíritu, celo al esfuerzo y vigor en el cumplimiento de su
santa voluntad.
En su juventud, Nadab y Abiú no fueron educados para que
desarrollaran hábitos de dominio propio. La disposición indulgen-
te del padre, su falta de firmeza en lo recto, lo habían llevado a
descuidar la disciplina de sus hijos. Les había permitido seguir sus
propias inclinaciones. Los hábitos de complacencia propia, practica-
dos durante mucho tiempo, los dominaban de tal manera que ni la
responsabilidad del cargo más sagrado tenía poder para romperlos.
No se les había enseñado a respetar la autoridad de su padre, y por
eso no comprendían la necesidad de ser fieles en su obediencia a los
requisitos de Dios. La indulgencia equivocada de Aarón respecto a
sus hijos, los preparó para que fueran objeto del castigo divino.
Dios quiso enseñar al pueblo que debía acercarse a él con toda
reverencia y veneración y exactamente como él indicaba. El Señor
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no puede aceptar una obediencia parcial. No bastaba que en el so-
lemne tiempo del culto se hiciera
casi
todo como él había ordenado.
Dios ha pronunciado una maldición sobre los que se alejan de sus
mandamientos y no establecen diferencia entre las cosas comunes
y las santas. Declara por medio del profeta: “¡Ay de los que a lo
malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas!
[...]. ¡Ay de los que son sabios ante sus propios ojos, de los que son
prudentes delante de sí mismos! [...] ¡Los que por soborno decla-
ran justo al culpable, y al justo le quitan su derecho! [...] Porque
desecharon la ley de Jehová de los ejércitos y abominaron la palabra
del Santo de Israel”.
Isaías 5:20-24
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