Página 336 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
egipcios? Podía lograr sus propósitos en favor de los hijos de Jacob
de cualquiera otra manera; pero quiso hacer de José una luz, y lo
puso en el palacio del rey para que la luz celestial alumbrara cerca
y lejos. Mediante su sabiduría y su justicia, mediante la pureza y
la benevolencia de su vida cotidiana, mediante su devoción a los
intereses del pueblo, y de un pueblo idólatra, José fue el represen-
tante de Cristo. En su benefactor, a quien todo Egipto se dirigía
con gratitud y a quien todos elogiaban, aquel pueblo pagano debía
contemplar el amor de su Creador y Redentor. También mediante
Moisés, Dios colocó una luz junto al trono del mayor reino de la
tierra, para que todos los que quisieran, pudieran conocer al Dios
verdadero y viviente. Y toda esta luz fue dada a los egipcios antes
de que la mano de Dios se extendiera sobre ellos en las plagas.
Mediante la liberación de Israel de Egipto, el conocimiento del
poder de Dios se extendió por todas partes. El belicoso pueblo
de la plaza fuerte de Jericó tembló. Dijo Rahab: “Al oír esto ha
desfallecido nuestro corazón, y no ha quedado hombre alguno con
ánimo para resistiros, porque Jehová, vuestro Dios, es Dios arriba
en los cielos y abajo en la tierra”.
Josué 2:11
. Varios siglos después
del éxodo, los sacerdotes filisteos recordaron a su pueblo las plagas
de Egipto, y lo amonestaron a no resistir al Dios de Israel.
Dios llamó a Israel, lo bendijo y lo exaltó, no para que mediante
la obediencia a su ley recibiera él solo su favor y fuera beneficiario
exclusivo de sus bendiciones; sino para revelarse por medio de él a
todos los habitantes de la tierra. Para poder alcanzar este propósito,
Dios le ordenó que fuera diferente de las naciones idólatras que lo
rodeaban.
La idolatría y todos los pecados que la acompañaban eran abo-
minables para Dios, y ordenó a su pueblo que no se mezclara con las
otras naciones, ni hiciera “como ellos hacen” (
Éxodo 23:24
), para
que no se olvidaran de Dios. Les prohibió el matrimonio con los
idólatras, para que sus corazones no se apartaran de él. Era tan nece-
sario entonces como ahora que el pueblo de Dios fuera puro, “sin
mancha de este mundo”.
Santiago 1:27
. Debían mantenerse libres
del espíritu mundano, porque este se opone a la verdad y la justicia.
Pero Dios no quería que su pueblo, creyendo tener la exclusividad
de la justicia, se apartara del mundo al punto de no poder ejercer
influencia alguna sobre él.
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