Página 35 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La tentación y la caída
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lo tocasen, debido a las maravillosas propiedades que tenía de dar
sabiduría y poder. El tentador afirmó que jamás llegaría a cumplirse
la divina advertencia; que les fue hecha meramente para intimidar-
los. ¿Cómo sería posible que ellos murieran? ¿No habían comido
del árbol de la vida? Agregó el tentador que Dios estaba tratando de
impedirles alcanzar un desarrollo superior y mayor felicidad.
Esta es la labor que Satanás ha llevado adelante con gran éxito,
desde los días de Adán hasta el presente. Tienta a los hombres a
desconfiar del amor de Dios y a dudar de su sabiduría. Constan-
temente pugna por despertar en los seres humanos un espíritu de
curiosidad irreverente, un inquieto e inquisitivo deseo de penetrar en
los inescrutables secretos del poder y la sabiduría de Dios. En sus
esfuerzos por escudriñar aquello que Dios tuvo a bien ocultarnos,
muchos pasan por alto las verdades eternas que nos ha revelado
y que son esenciales para nuestra salvación. Satanás induce a los
hombres a la desobediencia llevándoles a creer que entran en un
admirable campo de conocimiento. Pero todo esto es un engaño.
Engreidos por sus ideas de progreso, pisotean los requerimientos
de Dios, caminando por la ruta que los lleva a la degradación y a la
muerte.
Satanás hizo creer a la santa pareja que ellos se beneficiarían
si violaban la ley de Dios. ¿No oímos hoy día razonamientos se-
mejantes? Muchos hablan de la estrechez de los que obedecen los
mandamientos de Dios, mientras pretenden tener ideas más amplias
y gozar de mayor libertad. ¿Qué es esto sino el eco de la voz del
Edén: “El día que comáis de él”, es decir, el día que violareis el
divino mandamiento, “seréis como Dios”? Satanás aseveró haber
recibido grandes beneficios por haber comido del fruto prohibido,
pero nunca dejó ver que por la transgresión había sido desechado del
cielo. Aunque había comprobado que el pecado acarrea una pérdida
infinita, ocultó su propia desgracia para atraer a otros a la misma
situación. Así también el pecador trata de disfrazar su verdadero
carácter; puede pretender ser santo; pero su elevada profesión úni-
camente hace de él un embaucador tanto más peligroso. Está del
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lado de Satanás y al hollar la ley de Dios e inducir a otros a hacer lo
mismo, los lleva hacia la ruina eterna.
Eva creyó realmente las palabras de Satanás, pero esta creencia
no la salvó de la pena del pecado. No creyó en las palabras de Dios,