Página 366 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
un viaje apacible y próspero; en vez de errar de acá para allá en el
desierto, entrarían inmediatamente a la tierra prometida.
En esta obra de desafecto reinó entre los elementos discordantes
de la congregación mayor unión y armonía que en cualquier momen-
to anterior. El éxito de Coré con el pueblo aumentó su confianza, y
confirmó su creencia de que si no se la reprimía, la usurpación de
la autoridad por Moisés resultaría fatal para las libertades de Israel;
también alegaba que Dios le había revelado el asunto, y lo había
autorizado para cambiar el gobierno antes de que sea demasiado
tarde. Pero muchos no estaban dispuestos a aceptar las acusaciones
de Coré contra Moisés. Recordaban la paciencia y las labores ab-
negadas de este último y el recuerdo perturbaba su conciencia. Fue
necesario, en consecuencia, atribuir a algún motivo egoísta el pro-
fundo interés de Moisés por Israel; y se reiteró la vieja imputación
de que los había sacado a perecer en el desierto a fin de apoderarse
de sus bienes.
Por algún tiempo esta obra se desarrolló secretamente. No obs-
tante, tan pronto como el movimiento adquirió suficiente fuerza
como para permitir una franca ruptura, Coré se presentó a la cabeza
de la facción, y públicamente acusó a Moisés y Aarón de usurpar
una autoridad que Coré y sus asociados tenían derecho a compartir.
Alegó, además, que el pueblo había sido privado de su libertad y
de su independencia. “¡Basta ya de vosotros! Toda la congregación,
todos ellos son santos y en medio de ellos está Jehová. ¿Por qué,
pues, os encumbráis vosotros sobre la congregación de Jehová?”
Números 16:3
.
Moisés no había sospechado la existencia de tan arraigada maqui-
nación y cuando comprendió su terrible significado, cayó postrado
sobre su rostro en muda y fervorosa súplica a Dios. Se levantó en-
tristecido, pero sereno y fuerte. Había recibido instrucciones divinas.
“Mañana mostrará Jehová quién le pertenece y quién es santo, y
hará que se acerque a él. Al que él escoja, lo acercará a sí” véase
[373]
Números 16
. La prueba se postergó hasta el día siguiente, a fin de
dar a todos tiempo para reflexionar. Entonces los que aspiraban al
sacerdocio debían venir cada uno con un incensario y ofrecer incien-
so en el tabernáculo en presencia de la congregación. La ley decía
explícitamente que solo los que habían sido ordenados para el oficio
sagrado debían oficiar en el santuario. Y aun los sacerdotes, Nadab