Página 367 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

La rebelión de Coré
363
y Abiú, habían perecido por haber despreciado el mandamiento di-
vino y ofrecido “fuego extraño”. No obstante, Moisés desafió a sus
acusadores a que refirieran el asunto a Dios, se atrevían a hacer una
declaración tan peligrosa.
Hablando directamente a Coré y a sus asociados levitas, Moisés
dijo: “¿Os es poco que el Dios de Israel os haya apartado de la
congregación de Israel, acercándoos a él para que ministréis en el
servicio del tabernáculo de Jehová y estéis delante de la congrega-
ción para ministrarles? Hizo que te acercaras, junto con todos tus
hermanos, los hijos de Leví, ¿y ahora procuráis también el sacer-
docio? Por tanto, tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra
Jehová; porque ¿quién es Aarón para que contra él murmuréis?”
Datán y Abiram no habían asumido una actitud tan atrevida como
la asumida por Coré; y Moisés, movido por la esperanza de que se
hubieran dejado atraer por la conspiración sin haberse corrompido
totalmente, los llamó a comparecer ante él, para oír las acusaciones
que ellos tenían contra él. Pero no quisieron acudir, e insolentemente
se negaron a reconocer su autoridad. Su respuesta, pronunciada
a oídos de la congregación, fue: “¿Es poco que nos hayas hecho
venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir
en el desierto, sino que también te quieres enseñorear de nosotros
imperiosamente? Tampoco nos has metido tú en tierra que fluya
leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás
los ojos de estos hombres? ¡No subiremos!”
Así aplicaron al escenario de su esclavitud las mismas palabras
con que el Señor había descrito la herencia prometida. Acusaron a
Moisés de simular estar actuando bajo la dirección divina para afian-
zar su autoridad; y declararon que ya no se someterían a ser dirigidos
como ciegos, primero hacia Canaán, y luego hacia el desierto, como
mejor convenía a sus propósitos ambiciosos. Así se le atribuyó al
que había sido como un padre tierno y paciente pastor, el negrísimo
carácter de tirano y usurpador. Se le imputó la exclusión de Canaán,
que el pueblo sufriera como castigo de sus propios pecados.
[374]
Era evidente que el pueblo se identificaba con el partido del
desafecto; pero Moisés no hizo esfuerzo alguno para justificarse.
En presencia de la congregación, apeló solemnemente a Dios como
testigo de la pureza de sus motivos y la rectitud de su conducta, y le
imploró que lo juzgara.