Página 383 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La roca herida
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hallaban a poca distancia de Edom, la tierra que pertenecía a los des-
cendientes de Esaú, a través de la cual pasaba la ruta hacia Canaán.
A Moisés se le había dado la orden: “Volveos al norte. Dile al pue-
blo: Cuando paséis por el territorio de vuestros hermanos, los hijos
de Esaú, que habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros [...].
Compraréis de ellos por dinero los alimentos, y comeréis; también
compraréis de ellos el agua, y beberéis”.
Deuteronomio 2:3-6
. Estas
instrucciones debieron ser suficientes para explicarles por qué se
les había cortado la provisión de agua: estaban por cruzar un país
bien regado y fértil, en camino directo hacia la tierra de Canaán.
Dios les había prometido que pasarían sin molestias por Edom, y
que tendrían oportunidad de comprar alimentos y agua suficiente
para suplir a toda la nación. La cesación del milagroso flujo de agua
debió ser motivo de regocijo, una señal de que la peregrinación por el
desierto había terminado. Lo habrían comprendido si no los hubiera
cegado la incredulidad. Pero lo que debió ser evidencia de que se
cumplía la promesa de Dios, fue motivo de duda y murmuración. El
pueblo pareció renunciar a toda esperanza de que Dios lo pondría
en posesión de la tierra de Canaán, y clamó por las bendiciones del
desierto.
Antes de que Dios les permitiera entrar en la tierra de Canaán,
los israelitas debían demostrar que creían en su promesa. El agua
dejó de fluir antes que llegaran a Edom. Tuvieron pues, por lo menos
durante un corto tiempo, oportunidad de andar por la fe en vez de
andar confiados en lo que veían. Pero la primera prueba despertó el
mismo espíritu turbulento y desagradecido que habían manifestado
sus padres. En cuanto se oyó clamar por agua en el campamento,
se olvidaron de la mano que durante tantos años había suplido sus
necesidades, y en lugar de pedir ayuda a Dios, murmuraron contra
él, exclamando en su desesperación: “¡Ojalá hubiéramos muerto
cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová!”
Números
20:1-13
. Es decir que desearon estar entre los que fueron destruidos
en la rebelión de Coré.
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Sus clamores se dirigían contra Moisés y contra Aarón: “¿Por
qué hiciste venir la congregación de Jehová a este desierto, para que
muramos aquí nosotros y nuestras bestias? ¿Y por qué nos has hecho
subir de Egipto, para traernos a este horrible lugar? No es un lugar