Página 39 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La tentación y la caída
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la más envilecida y detestada de todas, temida y odiada tanto por el
hombre como por los animales. Las palabras dichas a la serpiente
se aplican directamente al mismo Satanás y señalan su derrota y
destrucción final: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás
en el talón”.
Génesis 3:15
.
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A Eva se le habló de la tristeza y los dolores que sufriría. Y el
Señor dijo: “tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de
ti”.
Génesis 3:16
. En la creación Dios la había hecho igual a Adán.
Si hubieran permanecido obedientes a Dios, en concordancia con
su gran ley de amor, siempre habrían estado en mutua armonía;
pero el pecado había traído discordia, y ahora la unión y la armonía
podían mantenerse únicamente mediante la sumisión del uno o del
otro. Eva había sido la primera en pecar, había caído en tentación
por haberse separado de su compañero, contrariando la instrucción
divina. Adán pecó a sus instancias, y ahora ella fue puesta en sujeción
a su marido. Si los principios prescritos por la ley de Dios hubieran
sido apreciados por la humanidad caída, esta sentencia, aunque era
consecuencia del pecado, hubiera resultado en bendición para ellos;
pero el abuso de parte del hombre de la supremacía que se le dio, a
menudo ha hecho muy amarga la suerte de la mujer y ha convertido
su vida en una carga.
Junto a su esposo, Eva había sido perfectamente feliz en su hogar
edénico; pero, a semejanza de las inquietas Evas de hoy, se lisonjeaba
con ascender a una esfera superior a la que Dios le había designado.
En su afán de subir más allá de su posición original, descendió a un
nivel más bajo. El mismo resultado obtendrán las mujeres que no
están dispuestas a cumplir alegremente los deberes de su vida de
acuerdo al plan de Dios. En su esfuerzo por alcanzar posiciones para
las cuales Dios no las ha preparado, muchas están dejando vacío el
lugar donde podrían ser una bendición. En su deseo de lograr una
posición más elevada, muchas han sacrificado su verdadera dignidad
femenina y la nobleza de su carácter, y han dejado sin hacer la obra
misma que el cielo les señaló.
Dios manifestó a Adán: “Por cuanto obedeciste a la voz de tu
mujer y comiste del árbol de que te mandé diciendo: “No comerás
de él”, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella
todos los días de tu vida, espinos y cardos te producirá y comerás