Página 399 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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El viaje alrededor de Edom
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ellos, aunque desfallecientes y moribundos, podían mirarla una vez,
se restablecían por completo.
La gente sabía perfectamente que en aquella serpiente de bronce
no había poder alguno para ocasionar un cambio tal en los que
la miraban. El poder curativo venía únicamente de Dios. En su
sabiduría eligió esta manera de manifestar su poder. Mediante este
procedimiento sencillo se le hizo comprender al pueblo que esta
calamidad le había sobrecogido como consecuencia directa de sus
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pecados. También se le aseguró que mientras obedecieran a Dios no
tenían motivo de temor; pues él los reservaría de todo mal.
El levantamiento de la serpiente de bronce tenía por objeto ense-
ñar una lección importante a los israelitas. No podían salvarse del
efecto fatal del veneno que había en sus heridas. Solamente Dios
podía curarlos. Se les pedía, sin embargo, que demostraran su fe en
lo provisto por Dios. Debían mirar para vivir. Su fe era lo aceptable
para Dios, y la demostraban mirando la serpiente. Sabían que no ha-
bía poder en la serpiente misma, sino que era un símbolo de Cristo;
y se les inculcaba así la necesidad de tener fe en los méritos de él.
Hasta entonces muchos habían llevado sus ofrendas a Dios, creyendo
que con ello expiaban sus pecados. No dependían del Redentor que
había de venir, de quien estas ofrendas y sacrificios eran una figura
o sombra. El Señor quería enseñarles ahora que en sí mismos sus
sacrificios no tenían más poder ni virtud que la serpiente de bronce,
sino que, como ella, estaban destinados a dirigir su espíritu a Cristo,
el gran sacrificio propiciatorio.
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es nece-
sario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que
en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”.
Juan 3:14, 15
.
Todos los que hayan existido alguna vez en la tierra han sentido la
mordedura mortal de “la serpiente antigua, que se llama Diablo y
Satanás”.
Apocalipsis 12:9
. Los efectos fatales del pecado pueden
eliminarse solo por los medios provisto por Dios. Los israelitas sal-
vaban su vida mirando la serpiente levantada en el desierto. Aquella
mirada implicaba fe. Vivían porque creían la palabra de Dios, y con-
fiaban en los medios provistos para su restablecimiento. Así también
puede el pecador mirar a Cristo, y vivir. Recibe el perdón por medio
de la fe en el sacrificio expiatorio. En contraste con el símbolo inerte