Página 410 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
inclinaciones. Lo hallan claramente expuesto en la Biblia, o lisa y
llanamente indicado por las circunstancias y la razón. Pero, porque
estas evidencias contrarían sus deseos e inclinaciones, con frecuen-
cia las hacen a un lado y pretenden acudir a Dios para saber cuál es
su deber. Aparentan tener una conciencia escrupulosa y en fervientes
y largas oraciones piden ser iluminados. Pero Dios no tolera que
los hombres se burlen de él. A menudo permite a tales personas
que sigan sus propios deseos y que sufran las consecuencias. “Pero
mi pueblo no oyó mi voz [...]. Los dejé, por tanto, a la dureza de
su corazón; caminaron en sus propios consejos”.
Salmos 81:11, 12
.
Cuando uno ve claramente su deber, no procura ir presuntuosamente
a Dios para rogarle que le dispense de cumplirlo. Más bien debe
ir con espíritu humilde y sumiso, pedir fortaleza divina y sabiduría
para hacer lo que le exige.
Los moabitas eran un pueblo envilecido e idólatra; sin embargo,
de acuerdo con la luz que habían recibido, su culpabilidad no era, a
los ojos del cielo, tan grande como la de Balaam. Por el hecho de
que él aseveraba ser profeta de Dios, se atribuiría autoridad divina
a todo lo que diría. Por lo tanto no se le iba a permitir hablar como
quisiera, sino que habría de anunciar el mensaje que Dios le diera.
“Harás lo que yo te diga”, fue la orden divina.
Balaam había recibido permiso para acompañar a los mensajeros
de Moab en caso de que vinieran por la mañana a llamarlo. Pero
enfadados por la tardanza de él y creyendo que otra vez se negaría
a ir, salieron para su tierra sin consultar más con él. Había sido
eliminada la excusa para cumplir lo pedido por Balac. Pero Balaam
había decidido obtener la recompensa; y tomando el animal en el
cual solía montar, se puso en camino. Temía que se le retirara aun
ahora el permiso divino, y se apresuraba ansiosamente, impaciente y
temeroso de perder por uno u otro motivo la recompensa codiciada.
“Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía
pared a un lado y pared al otro”. El animal vio al divino mensajero,
a quien el hombre no había visto, y se apartó del camino real y entró
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en el campo. Con golpes crueles, Balaam hizo volver la bestia al
camino; pero nuevamente, en un sitio angosto y cerrado por murallas
de piedra, le apareció el ángel, y el animal, tratando de evitar la figura
amenazadora, apretó el pie de su amo contra la muralla. Balaam no
veía la intervención divina, y no sabía que Dios estaba poniendo