Página 411 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Balaam
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obstáculos en su camino. Se enfureció, y golpeando sin misericordia
al asna, la obligó a seguir adelante.
“El ángel de Jehová pasó más allá, y se puso en un sendero
angosto donde no había camino para apartarse ni a la derecha ni a la
izquierda”.
Números 22:26
. Apareció el ángel, como anteriormente,
en actitud amenazadora, y el pobre animal, temblando de terror, se
detuvo por completo, y cayó al suelo debajo de su amo. La ira de
Balaam no conoció límites, y con su vara golpeó al animal aun más
cruelmente que antes. Dios abrió entonces la boca a la burra, y la
“bestia, hablando en voz de hombre, refrenó la locura del profeta”.
2 Pedro 2:16
. “¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres
veces?”, dijo.
Lleno de ira al verse así estorbado en su viaje, Balaam contestó
a la bestia como si esta fuese un ser racional: “Porque te has burlado
de mí. ¡Si tuviera una espada en mi mano, ahora mismo te mataría!”
¡Allí estaba un hombre que se hacía llamar mago, que iba de camino
para pronunciar una maldición sobre un pueblo con el objeto de
paralizarle su fuerza, en tanto que no tenía siquiera poder suficiente
para matar el animal en que montaba!
Los ojos de Balaam fueron entonces abiertos, y vio al ángel de
Dios de pie con la espada desenvainada, listo para darle muerte.
Aterrorizado, “hizo una reverencia, y se postró sobre su rostro”. El
ángel le dijo: “¿Por qué has azotado a tu asna estas tres veces? Yo
soy el que ha salido a resistirte, porque tu camino es perverso delante
de mí. El asna me ha visto y se ha apartado de mí estas tres veces. Y
si de mí no se hubiera apartado, ya te hubiera matado a ti, y a ella la
habría dejado viva”.
Balaam debió la conservación de su vida al pobre animal tan
cruelmente tratado por él. El hombre que alegaba ser profeta del
Señor, el que declaraba ser “varón de ojos abiertos”, y “que vio
la visión del Omnipotente”, estaba tan cegado por la codicia y la
ambición, que no pudo discernir al ángel de Dios que era visible
para su bestia. “El dios de este siglo cegó los entendimientos de los
incrédulos”.
2 Corintios 4:4
. ¡Cuántos son así cegados! Se precipitan
por sendas prohibidas, traspasan la divina ley, y no pueden reconocer
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que Dios y sus ángeles se les oponen. Como Balaam, se molestan
contra los que procuran evitar su ruina.