Página 412 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

408
Historia de los Patriarcas y Profetas
Por la manera en que tratara su bestia, Balaam había demostrado
qué espíritu le dominaba. “El justo cuida de la vida de su ganado,
pero el corazón de los malvados es cruel”.
Proverbios 12:10
. Pocos
comprenden debidamente cuán inicuo es abusar de los animales
o dejarlos sufrir por negligencia. El que creó al hombre también
creó a los animales inferiores, y extiende “sus misericordias sobre
todas sus obras”.
Salmos 145:9
. Los animales fueron creados para
servir al hombre, pero este no tiene derecho a imponerles mal trato
o exigencias crueles.
A causa del pecado del hombre, “la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora”.
Romanos 8:22
. Así cayeron
los sufrimientos y la muerte no solamente sobre la raza humana,
sino también sobre los animales. Le incumbe pues al hombre tratar
de aligerar, en vez de aumentar, el peso del padecimiento que su
transgresión ha impuesto a los seres creados por Dios. El que abusa
de los animales porque los tiene en su poder, es un cobarde y un
tirano. La tendencia a causar dolor, ya sea a nuestros semejantes o a
los animales irracionales, es satánica. Muchos creen que nunca será
conocida su crueldad, porque las pobres bestias no la pueden revelar.
Pero si los ojos de esos hombres se abrieran como se abrieron los de
Balaam, verían a un ángel de Dios de pie como testigo, para testificar
contra ellos en las cortes celestiales. Asciende al cielo un registro, y
vendrá el día cuando el juicio se pronunciará contra los que abusan
de los seres creados por Dios.
Cuando vio al mensajero de Dios, Balaam exclamó aterrorizado:
“He pecado, porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el
camino; pero ahora, si te parece mal, yo regresaré”. El Señor le
permitió proseguir su viaje, pero le dio a entender que sus palabras
serían controladas por el poder divino. Dios quería dar a Moab
evidencia de que los hebreos estaban bajo la custodia del Dios del
cielo; y lo hizo en forma eficaz cuando les demostró cuán imposible
era para Balaam pronunciar una maldición contra ellos sin el permiso
divino.
El rey de Moab, informado de que Balaam se acercaba, salió con
un gran séquito hasta los confines de su reino, para recibirlo. Cuando
expresó su asombro por la tardanza de Balaam, en vista de las ricas
recompensas que le esperaban, el profeta le dio esta contestación:
“Mira, ya he venido ante ti; pero ¿podré ahora decir alguna cosa? La