Página 417 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

Balaam
413
de pie al lado de los altares, miró a lo lejos a las tiendas de Israel.
Otra vez el Espíritu de Dios vino sobre él, y brotó de sus labios el
divino mensaje:
“¡Cuán hermosas son tus tiendas, Jacob,
y tus habitaciones, Israel!
Como arroyos están extendidas,
como huertos junto al río,
[425]
como áloes plantados por Jehová,
como cedros junto a las aguas.
De sus manos destilan aguas,
y su descendencia tiene agua en abundancia.
Su rey es más grande que Agag,
y su reino es engrandecido. [...]
Se agazapa y se echa como un león,
como una leona.
¿Quién lo despertará?
¡Benditos sean los que te bendigan
y malditos los que te maldigan!”
La prosperidad del pueblo de Dios se presenta aquí mediante
algunas de las más bellas figuras ofrecidas por la naturaleza. El
profeta compara a Israel a los valles fértiles cubiertos de abundantes
cosechas; a huertos florecientes regados por manantiales inagotables;
al perfumado árbol de sándalo y al majestuoso cedro. Esta última
figura es una de las más hermosas y apropiadas que se encuentran
en la Palabra inspirada. El cedro del Líbano era honrado por todos
los pueblos del Oriente. El género de árboles al que pertenece se
encuentra dondequiera que el hombre haya ido, por toda la tierra.
Florecen desde las regiones árticas hasta las zonas tropicales, y si
bien gozan del calor, saben arrostrar el frío; brotan exuberantes en
las orillas de los ríos, y no obstante, se elevan majestuosamente
sobre el páramo árido y sediento. Clavan sus raíces profundamente
entré las rocas de las montañas, y audazmente desafían la tempestad.
Sus hojas se mantienen frescas y verdes cuando todo lo demás ha
perecido bajo el soplo del invierno. Sobre todos los demás árboles,
el cedro del Líbano se distingue por su fuerza, su firmeza, su vigor
perdurable; y se lo usa como símbolo de aquellos cuya vida “está