Página 419 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Balaam
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mo. Después de llegar a su casa, lo abandonó el poder del Espíritu
de Dios que lo había dominado, y prevaleció su codicia, que hasta
entonces había sido tan solo refrenada. Estaba dispuesto a recurrir
a cualquier ardid para obtener la recompensa prometida por Balac.
Balaam sabía que la prosperidad de Israel dependía de obedecer
a Dios y que no había manera alguna de ocasionar su ruina sino
induciéndolo a pecar. Decidió entonces conseguir el favor de Balac,
aconsejándoles a los moabitas el procedimiento que se debía seguir
para traer una maldición sobre Israel.
Regresó inmediatamente a la tierra de Moab y expuso sus planes
al rey. Los moabitas mismos estaban convencidos de que mientras
Israel permaneciera fiel a Dios, él sería su escudo. El proyecto pro-
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puesto por Balaam consistía en separarlos de Dios, induciéndolos a
la idolatría. Si es posible hacerlos participar en el culto licencioso de
Baal y Astarté, ello los enemistaría con su omnipotente Protector, y
pronto serían presa de las naciones feroces y belicosas que vivían en
derredor suyo. De buena gana aceptó el rey este proyecto, y Balaam
mismo se quedó allí para ayudar a realizarlo.
Balaam presenció el éxito de su plan diabólico. Vio cómo caía
la maldición de Dios sobre su pueblo y cómo millares eran víctimas
de sus juicios; pero la justicia divina que castigó el pecado en Israel
no dejó escapar a los tentadores. En la guerra de Israel contra los
madianitas, Balaam fue muerto. Había presentido que su propio
fin estaba cerca cuando exclamó: “¡Qué muera yo la muerte de los
rectos, y mi fin sea como el suyo!” Pero no había escogido la vida
de los rectos, y tuvo el destino de los enemigos de Dios.
La suerte de Balaam fue semejante a la de Judas, y los caracteres
de ambos son muy parecidos. Trataron de reunir el servicio de Dios
y el de Mammón, y fracasaron completamente. Balaam reconocía
al verdadero Dios y profesaba servirle; Judas creía en Cristo como
el Mesías y se unió a sus discípulos. Pero Balaam esperaba usar el
servicio de Jehová como escalera para alcanzar riquezas y honores
mundanos; al fracasar en esto, tropezó, cayó y se perdió. Judas
esperaba que su unión con Cristo le asegurara riquezas y elevación en
aquel reino terrestre que, según creía, el Mesías estaba por establecer.
El fracaso de sus esperanzas lo empujó a la apostasía y a la perdición.
Tanto Balaam como Judas recibieron mucha iluminación espiritual
y ambos gozaron de grandes prerrogativas; pero un solo pecado que