Página 429 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La apostasía a orillas del Jordán
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“Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo
lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay
alguna virtud, si alguna alabanza, en esto pensad”.
Filipenses 4:8
.
Esto requerirá ferviente oración y vigilancia incesante. Habrá de
ayudarnos la influencia permanente del Espíritu Santo, que atraerá la
mente hacia arriba y la habituará a pensar solamente en cosas santas
y puras. Debemos estudiar diligentemente la Palabra de Dios. “¿Con
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qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra”, dice el
salmista y añade: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no
pecar contra ti”.
Salmos 119:9, 11
.
Los pecados que cometió Israel en Bet-peor atrajeron los jui-
cios de Dios sobre la nación, y aunque ahora no se castiguen los
mismos pecados con idéntica presteza, recibirán su retribución tan
seguramente como la recibieron entonces. “Si alguno destruye el
templo de Dios, Dios lo destruirá a él”.
1 Corintios 3:17
. La natu-
raleza ha vinculado a estos crímenes terribles castigos que, tarde o
temprano, se aplicarán a todos los transgresores. Estos pecados, en
mayor medida que cualesquiera otros, son los que han causado la
terrible degeneración de nuestra raza y la carga de enfermedades y
miseria que afligen al mundo. Podrán los hombres ocultar sus trans-
gresiones a los ojos de sus semejantes, pero no por eso dejarán de
recibir las consecuencias, en forma de padecimientos, enfermedades,
degeneración mental o muerte. Y más allá de esta vida les aguarda el
tribunal del juicio, con su galardón de consecuencias eternas. “Los
que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios”, sino que con
Satanás y los malos ángeles, recibirán su parte en aquel “lago de
fuego” que es “la muerte segunda”.
Gálatas 5:21
;
Apocalipsis 20:14
.
“Los labios de la mujer extraña destilan miel y su paladar es más
suave que el aceite, pero su final es amargo como el ajenjo, agudo
como espada de dos filos”. “Aleja de ella tu camino y no te acerques
a la puerta de su casa, no sea que des tu honor a extraños, y tus años
a alguien cruel; o no sea que los extraños se sacien de tu fuerza,
que tus trabajos queden en casa ajena y que gimas al final, cuando
se consuma tu carne y todo tu cuerpo”. “Su casa se desliza hacia
la muerte”. “De los que a ella se lleguen, ninguno volverá”. “Sus
convidados están en lo profundo del seol”.
Proverbios 5:3, 4, 8-11
;
2:18, 19
;
9:18
.
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