Página 431 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La repetición de la ley
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de Moisés por mucho tiempo; y por ser un hombre de sabiduría,
capacidad y fe, fue escogido como sucesor del gran legislador.
Por la imposición de las manos de que le hizo objeto Moisés al
mismo tiempo que le hacía recomendaciones impresionantes, Josué
fue consagrado solemnemente caudillo de Israel. También se le
admitió entonces a participar en el gobierno. Moisés transmitió al
pueblo las palabras del Señor relativas a Josué: “Él se presentará ante
el sacerdote Eleazar y le consultará por el juicio del Urim delante de
Jehová. Por el dicho de él saldrán y por el dicho de él entrarán, él y
toda la comunidad de los hijos de Israel junto con él”.
Vers. 21
.
Antes de abandonar su puesto como jefe visible de Israel, Moisés
recibió la orden de repetirle la historia de su liberación de Egipto y de
sus peregrinaciones a través de los desiertos, como también de darle
una recapitulación de la ley promulgada desde el Sinaí. Cuando se
entregó la ley, eran pocos los miembros de la congregación presente
que tenían suficiente edad para comprender la terrible y grandiosa
solemnidad de la ocasión. Como pronto iban a cruzar el Jordán y
tomar posesión de la tierra prometida, Dios quería presentarles las
exigencias de su ley, e imponerles la obediencia como condición
previa para obtener prosperidad.
Moisés se presentó ante el pueblo con el objeto de repetirle sus
últimas advertencias y amonestaciones. Una santa luz iluminaba
su rostro. La edad había encanecido su cabello; pero su cuerpo se
mantenía erguido, su fisonomía expresaba el vigor robusto de la
salud, y tenía los ojos claros y penetrantes. Era aquella una ocasión
importante y solemne, y con profunda emoción describió al pueblo
el amor y la misericordia de su Protector todopoderoso:
“Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido
antes de ti, desde el día en que creó Dios al hombre sobre la tierra, si
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desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta
gran cosa, o se haya oído otra como ella. ¿Ha oído pueblo alguno la
voz de Dios hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin
perecer? ¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en
medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con
guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores,
como todo lo que hizo con vosotros Jehová, vuestro Dios, en Egipto
ante tus ojos? A ti te fue mostrado, para que supieras que Jehová es
Dios y que no hay otro fuera de él”.
Deuteronomio 4:32-35
.