Página 458 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
trajeron el informe de que los habitantes eran pocos, y que bastaría
una pequeña cantidad de hombre para conquistarla.
La gran victoria que Dios había ganado por ellos había llenado
de confianza propia a los israelitas. Por el hecho de que les había
prometido la tierra de Canaán, se sentían seguros y perdieron de
vista que solo la divina ayuda podía darles éxito. Aun Josué hizo sus
planes para la conquista de Hai sin pedir el consejo de Dios.
Los israelitas habían comenzado a ensalzar su propia fuerza y a
mirar despectivamente a sus enemigos. Esperaban obtener la victoria
con facilidad, y creyeron que bastarían tres mil hombres para tomar
el lugar. Estos se precipitaron al ataque sin tener la seguridad de que
Dios estaría con ellos. Avanzaron hasta muy cerca de las puertas de
la ciudad, tan solo para encontrarse con la más resuelta resistencia.
Dominados por el pánico que les infundieron el crecido número y la
preparación esmerada de sus enemigos, huyeron confusamente por
la escarpada bajada. Los cananeos los persiguieron vivamente; “y
los persiguieron desde la puerta, [...] y los derrotaron en la bajada”.
Aunque la pérdida fue pequeña en cuanto al número de hombres,
pues solo treinta y seis hombres perecieron, la derrota descorazonó a
toda la congregación. “por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y
se volvió como agua”. Era la primera vez que se habían encontrado
con los cananeos en batalla campal, y si habían huido ante los
defensores de esa ciudad pequeña, ¿cuál sería el resultado de las
grandes batallas que les esperaban? Josué consideró su fracaso como
una expresión del desagrado de Dios, y con angustia y aprensión
“rompió sus vestidos y se postró en tierra sobre su rostro delante del
Arca de Jehová hasta caer la tarde, junto con los ancianos de Israel,
y se echaron polvo sobre sus cabezas”.
“¡Ah, Señor Jehová! -exclamaba- ¿Por qué hiciste pasar a este
pueblo el Jordán, para entregarnos en manos de los amorreos y que
nos destruyan? [...]. Ay, Señor! ¿Qué diré, ahora que Israel le ha
vuelto la espalda a sus enemigos? Porque los cananeos y todos los
habitantes de la tierra se enterarán, nos rodearán y borrarán nuestro
nombre de encima de la tierra. ¿Qué harás tú entonces por tu gran
nombre?”
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La contestación que recibió de Jehová fue: “¡Levántate! ¿Por
qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha [...] quebrantado mi pacto
que yo les había mandado”. El momento requería medidas rápidas y