Página 460 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
representantes, tomar parte en el castigo. “Y todo Israel le mató a
pedradas” (VM).
Después se levantó sobre él un enorme montón de piedras, como
testimonio del pecado y su castigo. “Por esto fue llamado aquel lugar
el Valle de Acor”, que quiere decir “turbación”. En el libro de las
Crónicas se asentó así su recuerdo: “Acán, el perturbador de Israel”.
1 Crónicas 2:7 (VM)
.
Acán cometió su pecado en desafío de las advertencias más
directas y solemnes y de las manifestaciones más poderosas de la
omnipotencia de Dios. Se había proclamado a todo Israel: “Guardaos
vosotros del anatema, [...] porque no hagáis anatema el campo de
Israel”. Se le dio este mandamiento inmediatamente después del
milagroso cruce del Jordán, después que el pacto de Dios fuera
reconocido mediante la circuncisión del pueblo, y después que se
observara la pascua y apareciera el Ángel del pacto, el Capitán de
la hueste del Señor. Se había producido luego la caída de Jericó,
evidencia de la destrucción que sobrevendrá infaliblemente a todos
los transgresores de la ley de Dios. El hecho de que el poder divino
era lo único que había dado la victoria a Israel y este no había
alcanzado, por lo tanto, la posesión de Jericó por sus propias fuerzas,
daba un peso solemne al mandamiento que prohibía tomar despojos.
Por el poder de su palabra, Dios había derrocado esta fortaleza; la
conquista era suya, y únicamente a él debía dedicarse la ciudad con
todo lo que contenía.
Entre los millones de Israel, solo hubo un hombre que, en aquella
hora solemne de triunfo y castigo, se atrevió a violar el mandamiento
de Dios. La vista de aquel costoso manto babilónico despertó la
codicia de Acán; y aun frente a la muerte que por su causa arrostraba,
lo llamó “manto babilónico
muy bueno
”. Un pecado lo había llevado
a cometer otro, y se adueñó del oro y la plata dedicados al tesoro del
Señor; le robó a Dios parte de las primicias de la tierra de Canaán.
El pecado mortal que condujo a Acán a la ruina tuvo su origen
en la codicia, que es, entre todos los pecados, el más común y el
que se considera con más liviandad. Mientras que otros pecados
se averigüan y se castigan, ¡cuán raro es que se censure siquiera la
violación del décimo mandamiento! La historia de Acán nos enseña
la enormidad de ese pecado y cuáles son sus terribles consecuencias.