Página 467 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Las bendiciones y las maldiciones
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Satanás procura siempre pervertir lo que Dios ha dicho, a fin
de cegar la mente y oscurecer el entendimiento, y así inducir a los
hombres a pecar. Por esta razón es Dios tan explícito y presenta sus
exigencias con tanta claridad que nadie necesita equivocarse. Dios
procura constantemente atraer a los hombres a sí mismo y ponerlos
bajo su protección, para que Satanás no ejerza sobre ellos su poder
cruel y engañoso. Condescendió a hablarles con su propia voz, y a
escribir con su propia mano los oráculos vivientes. Y estas palabras
bienaventuradas, todas llenas de vida y luminosas de verdad, son
confiadas a los hombres como una guía perfecta. Debido a que
Satanás está tan listo para arrebatar la mente y apartar los afectos
de las promesas del Señor y sus exigencias, se necesita la mayor
diligencia para grabarlas en la mente y el corazón.
Los maestros religiosos deben prestar mayor atención a la obra
de instruir al pueblo en los hechos y las lecciones de la historia
bíblica, y asimismo en las advertencias y los requisitos del Señor.
Todas estas cosas deben presentarse en lenguaje sencillo, adaptado
a la comprensión de los niños. Cuidar de que los jóvenes reciban
instrucción en las Escrituras debe ser parte de la obra de los ministros
y de los padres de familia.
Los padres de familia pueden y deben interesar a sus hijos en
los conocimientos que se encuentran en las sagradas páginas. Pero
si quieren interesar a sus hijos e hijas en la Palabra de Dios, ellos
mismos deben sentir interés por ella. Deben familiarizarse con sus
enseñanzas, y así como Dios lo ordenó a Israel, hablar de ellas,
“cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando
te acuestes y cuando te levantes”.
Deuteronomio 11:19
. Los que
quieran que sus hijos amen y reverencien a Dios deben hablar de su
bondad, majestad y poder según se revelan en su Palabra y en las
obras de la creación.
Cada capítulo y cada versículo de la Biblia es una comunicación
directa de Dios a los hombres. Debemos atar sus preceptos en nues-
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tras manos como señales y como frontales entre nuestros ojos. Si se
los estudia y obedece, conducirán al pueblo de Dios, como fueron
conducidos los israelitas por la columna de nube durante el día y la
columna de fuego durante la noche.
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