Página 470 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
recurriera a una argucia tan humillante para salvar la vida, demuestra
cuánto terror inspiraban los israelitas a los habitantes de Canaán.
Pero les hubiera salido mejor a los gabaonitas si hubieran tratado
honradamente con Israel. Aunque su sumisión a Jehová les permitió
conservar la vida, su engaño solo les reportó deshonra y servidumbre.
Dios había estatuido que todos los que renunciaran al paganismo, y
se unieran con los israelitas, debían de participar de las bendiciones
del pacto. Quedaban incluidos en la expresión “el extranjero que
habite con vosotros”, y con pocas excepciones esta clase había de
gozar iguales favores y privilegios que Israel. El mandamiento de
Dios fue:
“Como a uno de vosotros trataréis al extranjero que habite entre
vosotros, y lo amarás como a ti mismo”.
Levítico 19:33, 34
. Con
respecto a la pascua y al ofrecimiento de sacrificios se había ordena-
do: “Un mismo estatuto tendréis en la congregación para vosotros y
para el extranjero que con vosotros vive, [...] igual que vosotros, así
será el extranjero delante de Jehová”.
Números 15:15
.
Estas eran las condiciones en las cuales los gabaonitas podrían
haber sido recibidos de no haber mediado el engaño al cual habían
recurrido. Ser hechos leñadores y aguadores por todas las genera-
ciones no era poca humillación para aquellos ciudadanos de una
ciudad real, donde todos los hombres eran “valientes”. Pero habían
adoptado el manto de la pobreza con fines de engaño, y les quedó
como insignia de servidumbre perpetua. A través de todas las gene-
raciones, esta servidumbre iba a atestiguar el aborrecimiento en que
Dios tiene la mentira.
La sumisión de Gabaón a los israelitas desalentó a los reyes
de Canaán. Tomaron inmediatamente medidas para vengarse de
los que habían hecho la paz con los invasores. Bajo la dirección
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de Adonisedec, rey de Jerusalén, cinco de los reyes cananeos se
confederaron contra Gabaón. Sus movimientos fueron rápidos. Los
gabaonitas no estaban preparados para defenderse y enviaron un
mensaje a Josué que estaba en Gilgal: “No niegues ayuda a tus
siervos; sube rápidamente a defendernos y ayudarnos, porque todos
los reyes amorreos que habitan en las montañas se han unido contra
nosotros”. El peligro no solo amenazaba al pueblo de Gabaón, sino
también a Israel. La ciudad dominaba los pasos que daban acceso