Dios cuida de los pobres
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como ahora, las personas estaban expuestas al infortunio, la enfer-
medad y la pérdida de sus propiedades; pero mientras se siguieran
estrictamente las instrucciones dadas por Dios, no habría mendigos
en Israel ni quien sufriera por falta de alimentos.
La ley de Dios le daba al pobre derecho sobre cierta porción del
producto de la tierra. Cualquiera estaba autorizado para ir, cuando
tenía hambre, al sembrado de su vecino, a su huerto o a su viñedo,
para comer del grano o de la fruta hasta satisfacerse. Actuaron de
acuerdo con este permiso los discípulos de Jesús cuando arrancaron
espigas y comieron del grano al pasar por un campo cierto sábado.
Toda la rebusca de las mieses, el huerto y el viñedo pertenecían
a los pobres. “Cuando siegues tu mies en tu campo -dijo Moisés- y
olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla [...].
Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado
detrás de ti [...]. Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti;
será para el extranjero, el huérfano y la viuda. Acuérdate que fuiste
siervo en tierra de Egipto. Por tanto, yo te mando que hagas esto”.
Deuteronomio 24:19-22
; véase
Levítico 19:9, 10
.
Cada séptimo año había una provisión especial para los pobres.
El año sabático, como se lo llamaba, comenzaba al fin de la cosecha.
En el tiempo de la siembra que seguía al de la siega, el pueblo no
debía sembrar; no debía podar ni arreglar los viñedos en la primave-
ra; y no debía contar con una cosecha ni del campo ni de la viña. De
lo que la tierra produjera espontáneamente, podían comer cuando
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estaba fresco, pero no podían guardar ninguna porción de esos pro-
ductos en sus graneros. La producción de ese año debía dejarse para
el consumo gratuito del extranjero, el huérfano, la viuda, y hasta
para los animales del campo. Véase
Éxodo 23:10, 11
;
Levítico 25:5
.
Pero si la tierra producía ordinariamente tan solo lo suficiente
para suplir las necesidades del pueblo, ¿como subsistiría este durante
el año en que no se recogían cosechas? La promesa de Dios proveía
ampliamente para esto, pues Dios había dicho: “Yo os enviaré mi
bendición el sexto año, y ella hará que haya fruto por tres años.
En el octavo año sembraréis, y comeréis del fruto añejo; hasta el
año noveno, hasta que venga su fruto, comeréis del añejo”.
Levítico
25:21, 22
.
La observancia del año sabático beneficiaría tanto a la tierra
como al pueblo. Después de descansar una estación, sin ser cultivada,