Página 500 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
debía volver a su primer poseedor o a sus herederos en el año de
jubileo.
El Señor declaró a Israel: “La tierra no se venderá a perpetuidad,
porque la tierra mía es, y vosotros como forasteros y extranjeros sois
para mí”.
Levítico 25:23
. Debía inculcársele al pueblo el hecho de
que la tierra que se le permitía poseer por un tiempo pertenecía a
Dios, que él era su dueño legítimo, su poseedor original, y que él
quería que se le diera al pobre y al menesteroso una consideración
especial. Debía hacerse comprender a todos que los pobres tienen
tanto derecho como los más ricos a un sitio en el mundo de Dios.
Estas fueron las medidas que nuestro Creador misericordioso
tomó para aminorar el sufrimiento e impartir algún rayo de esperanza
y alegría en la vida de los indigentes y angustiados.
Dios quería poner freno al amor excesivo a los bienes terrenales
y al poder. La acumulación continua de riquezas en manos de una
clase, y la pobreza y degradación de otra clase, eran cosas que produ-
cían grandes males. El poder desenfrenado de los ricos resultaría en
monopolio, y los pobres, aunque en todo sentido tuvieran tanto valor
como aquellos a los ojos de Dios, serían considerados y tratados
como inferiores a sus hermanos más afortunados. Al sentir la clase
pobre esta opresión se despertarían en ella las pasiones. Habría un
sentimiento de desesperación que tendería a desmoralizar la socie-
dad y a abrir la puerta a crímenes de toda índole. Los reglamentos
que Dios estableció tenían por objeto fomentar la igualdad social.
Las medidas del año sabático y del año de jubileo corregirían mayor-
mente lo que en el intervalo se hubiera desquiciado en la economía
social y política de la nación.
Estos reglamentos tenían por objeto beneficiar a los ricos tanto
como a los pobres. Refrenarían la avaricia y la inclinación a exaltarse
uno mismo, y habían de cultivar un noble espíritu de benevolencia;
y al fomentar la buena voluntad y la confianza entre todas las clases,
favorecerían el orden social y la estabilidad del gobierno. Todos
nosotros estamos entretejidos en la gran tela de la humanidad, y todo
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cuanto hagamos para beneficiar y ayudar a nuestros semejantes nos
beneficiará también a nosotros mismos. La ley de la dependencia
mutua afecta e incluye a todas las clases sociales. Los pobres no
dependen más de los ricos, que los ricos de los pobres. Mientras
una clase pide una parte de las bendiciones que Dios ha concedido a