Los primeros jueces
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habitantes de la tierra y tú los arrojarás de delante de ti. No harás
alianza con ellos ni con sus dioses. En tu tierra no habitarán, no
sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te
será tropiezo”.
Vers. 27-33
. Estas instrucciones fueron reiteradas
de la manera más solemne por Moisés antes de su muerte, y fueron
repetidas también por Josué.
Dios había puesto a su pueblo en Canaán como un poderoso
valladar para contener la ola de la inmoralidad, a fin de que no
inundara al mundo. Si Israel le era fiel, Dios quería que fuera de
conquista en conquista. Entregaría en sus manos naciones aún más
grandes y más poderosas que las de los cananeos. Les prometió:
“Porque si guardáis cuidadosamente todos estos mandamientos que
yo os prescribo, [...] Jehová también echará de vuestra presencia
a todas estas naciones, y desposeeréis a naciones grandes y más
poderosas que vosotros. Todo lugar que pise la planta de vuestro pie
será vuestro: desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates
hasta el mar occidental será vuestro territorio. Nadie se sostendrá
delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá Jehová,
vuestro Dios, sobre toda la tierra que piséis, como él os ha dicho”.
Deuteronomio 11:22-25
.
Pero, despreciando su elevado destino, escogieron el camino del
ocio y de la complacencia, dejaron pasar las oportunidades de com-
pletar la conquista de la tierra; y por consiguiente, durante muchas
generaciones fueron afligidos y molestados por un residuo de estos
idólatras, que fue, según lo predijera el profeta, como “aguijones”
en sus ojos, y “por espinas” en sus “costados”.
Números 33:55
.
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Los israelitas “se mezclaron con las naciones, y aprendieron sus
obras”. Se aliaron en matrimonio con los cananeos, y la idolatría se
difundió como una plaga por todos los ámbitos de la tierra. “Sirvie-
ron a sus ídolos, los cuales fueron causa de su ruina. Sacrificaron
sus hijos y sus hijas a los demonios. [...] y la tierra fue contaminada
con sangre”. “Se encendió, por tanto, el furor de Jehová contra su
pueblo y abominó su heredad”.
Salmos 106:34-38, 40
.
Mientras no se extinguió la generación que había recibido ins-
trucción de Josué, la idolatría hizo poco progreso; pero los padres
habían preparado el terreno para la apostasía de sus hijos. La desobe-
diencia y el menosprecio que tuvieron por las restricciones del Señor
los que habían entrado en posesión de Canaán sembraron malas