Página 56 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
Dios no lo abandonó a sus propias fuerzas; sino que condescendió
en razonar con el hombre que se había mostrado tan obstinado. Y el
Señor dijo a Caín: “¿Por qué te has enojado y por qué ha decaído tu
semblante?”
Génesis 4:6
. Por medio de un ángel se le hizo llegar la
divina amonestación: “Si hicieras lo bueno, ¿no serías enaltecido?;
pero si no lo haces, el pecado está a la puerta, acechando”.
Génesis
4:7
. Tocaba a Caín escoger. Si confiaba en los méritos del Salva-
dor prometido, y obedecía los requerimientos de Dios, gozaría su
favor. Pero si persistía en su incredulidad y transgresión, no tendría
fundamento para quejarse al ser rechazado por el Señor.
Pero en lugar de reconocer su pecado, Caín siguió quejándose
de la injusticia de Dios, y abrigando envidia y odio contra Abel.
Censuró violentamente a su hermano y trató de arrastrarlo a una
disputa acerca del trato de Dios con ellos. Con mansedumbre, pero
valiente y firmemente, Abel defendió la justicia y la bondad de Dios.
Indicó a Caín su error, y trató de convencerle de que el mal estaba
en él. Le recordó la infinita misericordia de Dios al perdonar la
vida a sus padres cuando pudo haberlos castigado con la muerte
instantánea, e insistió en que Dios realmente los amaba, pues de otra
manera no entregaría a su Hijo, santo e inocente, para que sufriera
el castigo que ellos merecían. Todo esto aumentó la ira de Caín. La
razón y la conciencia le decían que Abel estaba en lo cierto; pero
se enfurecía al ver que quien solía aceptar su consejo osaba ahora
disentir con él, y al ver que no lograba despertar simpatía hacia su
rebelión. En la furia de su pasión, dio muerte a su hermano.
Caín odió y mató a su hermano, no porque Abel le hubiera
causado algún mal, sino “porque sus obras eran malas, y las de su
hermano justas”.
1 Juan 3:12
. Asimismo odiaron los impíos en todo
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tiempo a aquellos que eran mejores que ellos. La vida de obediencia
de Abel y su fe pronta para responder eran un perpetuo reproche
para Caín. “Todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a
la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto”.
Juan 3:20
.
Cuanto más clara sea la luz celestial reflejada por el carácter de los
fieles siervos de Dios, tanto más quedan revelados los pecados de
los impíos, y tanto más firmes serán los esfuerzos que harán por
destruir a los que turban su paz.
La muerte de Abel fue el primer ejemplo de la enemistad que
Dios predijo que existiría entre la serpiente y la simiente de la mujer;