Página 576 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
que le esperaba: “¿para quién es todo lo que hay de codiciable en
Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre?”
Las palabras del profeta conmovieron el corazón del que lo
escuchaba. No podía menos que percibir algo de su significado; pues
la demanda por tener un rey había llegado a ser asunto de interés
absorbente para toda la nación. No obstante, con modestia Saúl
contestó: “¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las
tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las
familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa
semejante?”
1 Samuel 9:21
.
Samuel condujo al forastero al sitio de la asamblea, donde los
hombres principales de la ciudad se encontraban reunidos. Entre
ellos, por orden del profeta, se le dio a Saúl el sitio de honor, y en el
festín se le dio la mejor porción. Terminados los servicios, Samuel
llevó a su huésped a su casa. Allí conversó con él en la terraza y le
presentó los grandes principios sobre los cuales se había fundado
el gobierno de Israel, y procuró así darle cierta preparación para su
elevado cargo.
Cuando Saúl se marchó, temprano por la mañana siguiente, el
profeta lo acompañó. Cuando hubieron atravesado la ciudad, pidió
que el siervo siguiera adelante. Cuando este se alejó, Samuel ordenó
a Saúl que se detuviera para recibir un mensaje que Dios le enviaba.
“Tomó entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su
cabeza, lo besó, y le dijo: “¿No te ha ungido Jehová por príncipe
sobre su pueblo Israel?””
1 Samuel 10:1
. Como evidencia de que
hacía esto por autoridad divina, le predijo los incidentes que le
ocurrirían en su viaje de regreso a su casa, y le aseguró a Saúl
que el Espíritu de Dios le capacitaría para ocupar el cargo que le
esperaba. “El Espíritu de Jehová vendrá sobre tí”, le dijo el profeta,
“y serás mudado en otro hombre. Y cuando se te hayan cumplido
estas señales, haz lo que bien te parezca, porque Dios está contigo”.
Mientras Saúl iba por su camino, todo sucedió tal como lo había
predicho el profeta. Cerca de la frontera de Benjamín, se le informó
que los animales habían sido encontrados. En la llanura de Tabor,
dio con tres hombres que iban a rendir culto a Dios a Betel. Uno de
ellos llevaba tres cabritos para el sacrificio, el otro tres panes, y el
tercero una vasija de vino para el festín del sacrificio. Saludaron a