606
Historia de los Patriarcas y Profetas
Cuando Israel declaró la guerra a los filisteos, tres de los hijos
de Isaí se unieron al ejército bajo las órdenes de Saúl; pero David
permaneció en casa. Después de algún tiempo, sin embargo, fue a
visitar el campamento de Saúl. Por orden de su padre debía llevar un
mensaje y un regalo a sus hermanos mayores, y averiguar si estaban
sanos y salvos. Pero, sin que lo supiera Isaí, se le había confiado al
joven pastor una misión más elevada. Los ejércitos de Israel estaban
en peligro, y un ángel había indicado a David que fuera a salvar a su
pueblo.
A medida que David se acercaba al ejército, oyó un albo-roto,
como si se estuviera por entablar una batalla. El ejército “salía en
orden de batalla y daba grito de combate”. Véase
1 Samuel 17
.
Israel y los filisteos estaban alineados en posiciones de batalla, una
hueste contra otra. David corrió hacia el ejército, llegó y saludó a
sus hermanos. Mientras hablaba con ellos, Goliat, el campeón de
los filisteos, salió, y con lenguaje ofensivo retó a duelo a Israel,
y lo desafió a presentar de entre sus filas un hombre que pudiera
enfrentársele en singular pelea. Repitió su reto, y cuando David vio
que todo Israel estaba amedrentado, y supo que el filisteo lanzaba su
desafío día tras día, sin que se levantara un campeón que acallara
al jactancioso, su espíritu se conmovió dentro de él. Se encendió su
celo para salvar el honor del Dios viviente y el crédito de su pueblo.
Los ejércitos de Israel estaban deprimidos. Les faltaba el valor.
Se decían unos a otros: “¿No habéis visto aquel hombre que ha
salido? Él se adelanta para provocar a Israel”. Lleno de vergüenza e
indignación, David exclamó: “¿Quién es este filisteo incircunciso,
para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”
Al oír estas palabras, Eliab, hermano mayor de David, compren-
dió muy bien qué sentimientos agitaban al alma del joven. Aun
mientras era pastor, David había manifestado audacia, valor y for-
[634]
taleza poco comunes; y la misteriosa visita de Samuel a la casa de
Isaí así como su partida sigilosa, habían despertado en la mente de
los hermanos de David sospechas en cuanto al verdadero objeto de
su visita. Los celos de ellos se habían despertado al verlo recibir
mayor honra que la tributada a ellos, y no lo miraban con el respeto
y el amor que merecía por su integridad y su ternura fraternal. Lo
consideraban como un pastorcillo joven, y ahora la pregunta que
hizo fue interpretada por Eliab como una censura de la cobardía