Página 630 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
y manadas de un hombre rico llamado Nabal, que tenía vastas pro-
piedades en aquella región. Nabal era descendiente de Caleb, pero
tenía un carácter brutal y mezquino.
Era la época de la esquila, tiempo de hospitalidad. David y sus
hombres estaban en suma necesidad de provisiones; y en confor-
midad con las costumbres de aquel entonces, el hijo de Isaí envió
a diez jóvenes a Nabal, para que le saludaran en nombre de su jefe
y le dijeran de su parte: “Paz a ti, a tu familia, y paz a todo cuanto
tienes. He sabido que tienes esquiladores. Ahora bien, tus pastores
han estado con nosotros; no los tratamos mal ni les faltó nada en
todo el tiempo que han estado en Carmel. Pregunta a tus criados y
ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia a tus ojos,
porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tengas a
mano a tus siervos y a tu hijo David”.
David y sus hombres habían sido como una muralla protectora
para los pastores y los rebaños de Nabal; y ahora a este rico se
le pedía que de su abundancia aliviara en algo las necesidades de
aquellos que le habían prestado tan valiosos servicios. Bien podían
David y sus hombres haber tomado de los rebaños y manadas de
Nabal; pero no lo hicieron. Se comportaron honradamente. Pero
Nabal no reconoció la bondad de ellos. La respuesta que envió a
David delataba su carácter: “¿Quién es David, quién es el hijo de
Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores. ¿He de
tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para
mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son?”
1
Samuel 25:10, 11
.
Cuando los jóvenes regresaron con las manos vacías, y relataron
lo acontecido a David, este se llenó de indignación. Ordenó a sus
hombres que se prepararan para un encuentro; pues había decidido
castigar al hombre que le había negado su derecho, y había agregado
al daño insultos. Este movimiento impulsivo estaba más en armonía
con el carácter de Saúl que con el de David; pero el hijo de Isaí
tenía que aprender todavía lecciones de paciencia en la escuela de la
aflicción.
Después que Nabal despidió a los jóvenes de David, uno de
los criados de Nabal se dirigió apresuradamente a Abigail, esposa
de Nabal, y la puso al tanto de lo que había sucedido. “Mira que
-dijo él- David ha enviado mensajeros del desierto para saludar a