Capítulo 70—El reinado de David
Este capítulo está basado en 2 Samuel 5:6-25; 6; 7; 9 y 10.
Tan pronto como David se vio afianzado en el trono de Israel,
comenzó a buscar una localidad más apropiada para la capital de
su reino. A unos treinta kilómetros de Hebrón, se escogió un sitio
como la futura metrópoli de la nación. Antes que Josué condujera
los ejércitos de Israel a través del Jordán, ese lugar se había llamado
Salem. Cerca de allí Abraham había probado su lealtad a Dios.
Ochocientos años antes de la coronación de David, había vivido
allí Melquisedec, sacerdote del Altísimo. Ocupaba este sitio una
posición central y elevada en el país, protegida por un cerco de
colinas. Como se hallaba en el límite entre Benjamín y Judá, estaba
también muy próxima a Efraín, y las otras tribus tenían fácil acceso
a él.
Para conquistar esta localidad, los hebreos debían desalojar un
remanente de los cananeos, que sostenía una posición fortificada en
las montañas de Sión y Moria. Este fuerte se llamaba Jebús, y a sus
habitantes se les conocía por el nombre de jebuseos. Durante varios
siglos, se había considerado a Jebús como inexpugnable; pero fue
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sitiado y tomado por los hebreos bajo el mando de Joab, a quien,
como premio por su valor, se le hizo comandante en jefe de los
ejércitos de Israel. Jebús se convirtió en la capital nacional, y su
nombre pagano fue cambiado al de Jerusalén.
Entonces Hiram, rey de la rica ciudad de Tiro, situada en la costa
del Mediterráneo, procuró hacer alianza con el rey de Israel, y prestó
ayuda a David en la construcción de un palacio en Jerusalén. Envió
de Tiro embajadores acompañados de arquitectos y trabajadores y de
un gran cargamento de maderas costosas, cedros y otros materiales
valiosos.
El aumento del poderío de Israel debido a su unión bajo el
gobierno de David, la adquisición de la fortaleza de Jebús, y la
alianza con Hiram, rey de Tiro, provocaron la hostilidad de los
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