Página 674 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
un pacto de paz. Naas había exigido que se les sacara a todos el ojo
derecho. Los amonitas aun recordaban vívidamente cómo el rey de
Israel había frustrado aquel cruel propósito, y había rescatado a la
gente a la que ellos querían humillar y mutilar. Los animaba todavía
el mismo odio hacia Israel. No podían concebir el espíritu generoso
que había inspirado el mensaje de David.
Cuando Satanás domina las mentes humanas, las incita a la envi-
dia y las sospechas para que interpreten mal las mejores intenciones.
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Escuchando a sus consejeros, Hanún consideró a los mensajeros de
David como espías, y los abrumó con desprecios e insultos. A los
amonitas se les permitió ejecutar sin restricción los malos designios
de su corazón, para que su verdadero carácter sea revelado a Da-
vid. Dios no quería que Israel se coligara con ese pueblo pagano y
pérfido.
En los tiempos antiguos, como ahora, el cargo de embajador era
considerado sagrado. De conformidad con el derecho universal de
las naciones, aseguraba protección contra la violencia y los insul-
tos personales. El embajador era representante de su soberano, y
cualquier indignidad que se le infligiera exigía prontas represalias.
Sabiendo los amonitas que el insulto hecho a Israel sería seguramen-
te vengado, hicieron preparativos para la guerra. “Al ver los hijos de
Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de
Amón enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y
gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba.
Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros [...]. Y se reunieron
también los hijos de Amón en sus ciudades y acudieron a la guerra”.
1 Crónicas 19:6, 7
.
Era en verdad una alianza formidable. Los habitantes de la región
situada entre el río Eufrates y el Mediterráneo habían hecho una
liga con los amonitas. Había al norte y al este de Canaán enemigos
armados, unidos para aplastar a Israel.
Los hebreos no esperaron que fuera invadido su país. Sus fuerzas,
bajo el mando de Joab, cruzaron el Jordán y avanzaron hacia la
capital amonita. Mientras el capitán hebreo dirigía su ejército al
campo, procuró alentarlo para el conflicto, diciéndole: “Esfuérzate,
y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro
Dios; y haga Jehová lo que bien le parezca”.
Vers. 13
. Las fuerzas
unidas de los aliados fueron vencidas en el primer encuentro. Pero