Página 675 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

El reinado de David
671
aun no estaban dispuestas a renunciar a la lucha, y el año siguiente
reanudaron la guerra. El rey de Siria reunió sus fuerzas, y amenazó
a Israel con un ejército enorme. David, dándose cuenta de cuánto
dependía del resultado de esta lucha, se encargó personalmente de la
campaña, y por la bendición de Dios infligió a los aliados una derrota
tan desastrosa que los sirios, desde el Líbano hasta el Eufrates, no
solo renunciaron a la guerra, sino que pagaron tributo a Israel. David
prosiguió con vigor la guerra contra Amón, hasta que cayeron sus
fortalezas y toda la región quedó bajo el dominio de Israel.
Los peligros que habían amenazado a la nación con la destruc-
ción total, resultaron, mediante la providencia de Dios, en medios de
[704]
llevarla a una grandeza sin precedente. Al conmemorar sus notorios
libramientos, David cantó así:
“¡Viva Jehová y bendita sea mi roca!
Y enaltecido sea el Dios de mi salvación,
el Dios que venga mis agravios
y somete pueblos debajo de mí,
el que me libra de mis enemigos
e incluso me eleva sobre los que se levantan contra mí.
Me libraste de hombre violento.
Por tanto yo te confesaré entre las naciones,
Jehová, y cantaré a tu nombre.
Grandes triunfos da a su rey
y hace misericordia a su ungido,
a David y a su descendencia para siempre”.
Salmos 18:46-50.
Y mediante los cantos de David se repetía al pueblo el pensa-
miento de que Jehová era su fortaleza y su libertador:
“El rey no se salva por la multitud del ejército
ni escapa el valiente por la mucha fuerza.
Vano para salvarse es el caballo;
la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar”.
“Tú, Dios, eres mi rey; ¡manda salvación a Jacob!
Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;