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Historia de los Patriarcas y Profetas
en tu nombre hollaremos a nuestros adversarios,
porque no confiaré en mi arco ni mi espada me salvará,
pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,
has avergonzado a los que nos aborrecían”.
“Estos confían en carros, y aquellos en caballos;
mas nosotros del nombre de Jehová,
nuestro Dios, haremos memoria”.
Salmos 33:16, 17
;
44:4-7
;
20:7
.
El reino de Israel había alcanzado ahora en extensión el cum-
plimiento de la promesa hecha a Abraham, y repetida después a
Moisés: “A tu simiente daré esta tierra desde el río de Egipto hasta
el río grande, el río Eufrates”.
Génesis 15:18
;
Deuteronomio 11:22-
25
. Israel se había convertido en una nación poderosa, respetada y
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temida de los pueblos vecinos. En su propio reino, el poder de David
se había hecho muy grande. Gozaba de los afectos y de la lealtad de
su pueblo como muy pocos soberanos, de cualquier época, los han
podido gozar. Había honrado a Dios, y ahora Dios lo honraba a él.
Pero en medio de la prosperidad acechaba el peligro. En la época
de mayor triunfo exterior, David estaba en el mayor de los peligros,
y sufrió la derrota más humillante de su vida.
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