Página 695 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La rebelión de Absalón
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entrañado en el agravio hecho a Betsabé, que era su nieta. “Y David
exclamó: “¡Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel!””.
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Al llegar a la cumbre del monte, el rey se postró en oración,
confiando a Dios la carga de su alma e implorando humildemente la
misericordia divina. Pareció que su oración era contestada en segui-
da. Husai, el arachita, consejero sabio y capaz, que había resultado
ser un amigo fiel de David, se presentó ahora ante él con su vesti-
menta rasgada, y con tierra en la cabeza, para unir su suerte a la del
rey destronado y fugitivo. David vio, como por iluminación divina,
que este hombre fiel y leal era el que se necesitaba para servir a los
intereses del rey en los consejos de la capital. A pedido de David,
Husai volvió a Jerusalén, para ofrecer sus servicios a Absalón, y
neutralizar el artero consejo de Ahitofel.
Con este rayo de luz en las tinieblas, el rey y su séquito conti-
nuaron su marcha y descendieron por la ladera oriental del monte
de los Olivos, a través de un desierto rocalloso y desolado, pasan-
do por quebradas salvajes y a lo largo de sen-deros pedregosos y
escarpados, en dirección al Jordán.
“Cuando el rey David llegó a Bahurim, salía uno de la fami-
lia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei hijo de Gera. Iba
maldiciendo y arrojando piedras contra David y contra todos los
siervos del rey David, mientras todo el pueblo y todos los hombres
valientes marchaban a su derecha y a su izquierda. Simei lo maldecía
diciendo: “¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso! Jehová te
ha dado el pago por toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del
cual tú has reinado, y Jehová ha entregado el reino en manos de tu
hijo Absalón; has sido sorprendido en tu maldad, porque eres un
hombre sanguinario””.
2 Samuel 16:5-8
.
Durante la prosperidad de David, Simei no había demostrado
mediante sus palabras o hechos que no era un súbdito leal. Pero
cuando la aflicción sobrecogió al rey, este descendiente de la tribu
de Benjamín reveló su verdadero carácter. Había honrado a David
cuando este ocupaba el trono, pero lo maldecía en su desgracia.
Vil y egoísta, consideraba a los demás como poseedores del mismo
carácter, y bajo la inspiración de Satanás, volcó su odio contra el
hombre a quien Dios había castigado. El espíritu que induce al
hombre a pisotear, vilipendiar o afligir al que está atribulado, es el
espíritu de Satanás.