Página 698 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
tratar con el pecado; nos permite seguir, aun a través de los castigos
más tenebrosos, el desenvolvimiento de sus propósitos de misericor-
dia y de beneficencia. Hizo pasar a David bajo la vara, pero no lo
destruyó: el horno es para purificar, pero no para consumir. El Señor
dice: “Si dejaran sus hijos mi Ley y no anduvieran en mis juicios, si
profanaran mis estatutos y no guardaran mis mandamientos, enton-
ces castigaré con vara su rebelión y con azotes sus maldades. Pero
no quitaré de él mi misericordia ni faltaré a mi fidelidad”.
Salmos
89:30-33
.
[729]
Poco después que David abandonó a Jerusalén, entraron Absalón
y su ejército, y sin lucha alguna, tomaron posesión de la fortaleza
de Israel. Husai se encontró entre los primeros que saludaron al
monarca recién coronado, y el príncipe se quedó sorprendido y
satisfecho al ver que el viejo amigo y consejero de su padre se le
acercaba. Absalón estaba seguro de su éxito. Hasta entonces sus
proyectos habían prosperado, y deseoso de fortalecer su trono y
obtener la confianza de la nación, dio la bienvenida a Husai en su
corte.
Absalón estaba ahora rodeado de un gran ejército, pero este se
componía en su mayor parte de hombres inexpertos en la guerra.
Aun no habían luchado. Ahitofel sabía muy bien que la situación de
David estaba muy lejos de ser desesperada. La gran mayoría de la
nación seguía siéndole fiel; estaba rodeado de guerreros probados y
fieles a su rey, y su ejército estaba dirigido por generales capaces y
experimentados. Achito-phel sabía que después de la primera explo-
sión de entusiasmo en favor del nuevo rey, vendría una reacción. Si
la rebelión fracasaba, Absalón podría tal vez obtener una reconci-
liación con su padre; entonces Ahitofel, como principal consejero,
sería considerado como el más culpable en la rebelión; y sobre él
caería el castigo más severo.
Para evitar que Absalón retrocediera, Ahitofel le aconsejó una
acción que en los ojos de toda la nación haría imposible la reconci-
liación. Con astucia infernal, este estadista mañoso y sin principios
instó a Absalón que añadiera el crimen del incesto al de la rebelión.
A la vista de todo Israel, había de tomar para sí mismo todas las con-
cubinas de su padre, según la costumbre de las naciones orientales,
declarando así que había sucedido al trono de su padre. Y Absalón
llevó a cabo esa vil sugerencia.