Página 700 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
el plan de Ahitofel. Husai vio que, de seguirse el plan propuesto,
David estaría perdido. Y dijo:
“Esta vez, el consejo que ha dado Ahitofel no es bueno. Y añadió
Husai: “Tú sabes que tu padre y los suyos son hombres valientes, y
que están con amargura de ánimo, como la osa en el campo cuando
le han quitado sus cachorros. Además, tu padre es hombre de guerra
y no pasará la noche con el pueblo. Seguro que ahora está escondido
en alguna cueva o en otro lugar””. Alegó que si las fuerzas de
Absalón persiguían a David no capturarían al rey; y si sufrían algún
revés, ello tendería a descorazonarlas, y haría gran daño a la causa
de Absalón. “Porque -dijo- todo Israel sabe que tu padre es hombre
valiente, y que son esforzados los que están con él”.
Y sugirió luego un plan atrayente para una naturaleza vana,
egoísta y aficionada a hacer ostentación de poder: “Aconsejo, pues,
que todo Israel se reúna junto a ti, desde Dan hasta Beerseba, nume-
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roso como la arena que está a la orilla del mar, y que tú en persona
vayas a la batalla. Entonces lo atacaremos en cualquier lugar donde
se halle; caeremos sobre él como cae el rocío sobre la tierra, y ni
a él ni a ninguno de los que están con él dejaremos con vida. Y
si se refugia en alguna ciudad, todos los de Israel llevarán sogas a
aquella ciudad, y la arrastraremos hasta el arroyo, de modo que no
se encuentre allí ni una piedra.
“Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: “El consejo
de Husai, el arquita, es mejor que el consejo de Ahitofel””. Pero
hubo uno que no fue engañado, y que previó claramente el resultado
de este error fatal de Absalón. Ahitofel sabía que la causa de los
rebeldes estaba perdida. Y sabía que cualquiera que sea la suerte
del príncipe, no había esperanza para el consejero que había insti-
gado sus mayores crímenes. Ahitofel había animado a Absalón en
la rebelión; le había aconsejado que cometiera las maldades más
abominables, en deshonra de su padre; había aconsejado que se
matara a David, y había proyectado cómo lograrlo; había eliminado
para siempre la última posibilidad de que él mismo se reconciliara
con el rey; y ahora otro le era preferido, aun por el mismo Absalón.
Celoso, airado y desesperado, “se levantó y se fue a su casa en su
ciudad; y después de poner la casa en orden, se ahorcó. Así mu-
rió”. Tal fue el resultado de la sabiduría de uno que, no obstante sus
grandes talentos, no tuvo a Dios como su consejero. Satanás seduce